Dia 8: Mitología

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*

Sarah Rogers no creía en Dios, pero cuando a su único hijo recién nacido le dieron meses de vida, y nigún médico le dio una alternativa para salvarlo. Sarah decidió ir hasta el mismo cielo e infierno para salvar a su bebé.
Fue de religión a religion, culto a culto, todos con la promesa de salvar a su pequeño. Pero ninguno pudo ayudarle. Hasta que alguien le señalo el sur. Latinoamérica.  Sarah cargando a su bebé, camino  por la Sierra y subió la cordillera de los Andes buscándola. A la madre de todos, la diosa de la tierra.
La encontró.
La diosa, una mujer hermosa, la recibió en una cueva lejos de algún pueblo.

"Que es lo que deseas de mi"
"Por favor, salva a mí hijo, haz que el viva"
"No hay nada que pueda hacer, los humanos tienen que morir. Y el dios de la muerte se lo llevará algún día"
"Sé que se lo llevará, pero no ahora, no cuando le falta por vivir"
"Para nosotros no hay diferencia en el tiempo de vida de los humanos "
"Por favor, por favor diosa, usted es madre, por favor" Sarah se arrodilló y clamó por su hijo. Le dijo que tomara su vida pero que le deje a vivir a su bebé.
La diosa la observó, y observo al bebé pálido, que apenas se notaba sus cabellos dorados.

"Hay una forma de que tu hijo viva, pero hay un alto pago"
"Haré lo que sea"
"Tu no tendrás que pagarlo. Será él" señaló al bebé "un día, tendrá que dejar su mundo y venir al mío"

Sarah miro a su bebé, hubiera deseado que su hijo viviera como los humanos, que crezca y cumpla sus sueños, que se enamore y tengo su familia. Pero ahora incluso si vivía, no tendría nada de eso. Pero almenos viviría.
Entonces la humana acepto.

La diosa de la tierra, saco la savia de un árbol y se lo dio al infante. De inmediato este tomo color, fuerza y respiro como debía hacerlo.

El bebé vivió.

**

Sentado sobre una pequeña piedra, Steve, dibujaba los patos del estanque. Era otoño, y las hojas de los árboles caían sobre el pasto seco. De pronto sintió una presencia detrás de él. Por un momento sintió algo parecido al miedo, que provocó que sus dedos se queden quietos sobre lo que dibujaba. Volteando sobre su hombro con sospecha, se encontró con un niño.

—Que bonito dibujas.

Steve se relajo, el niño parecía tener la misma edad que él, cabello castaño y ojos claros como el cielo nublado.

—Gracias —respondió Steve— ¿Quien eres?

El niño que estaba inclinado, se sentó a su lado y pareció pensar antes de hablar.

—Te lo diré después. Pero puedes decirme Bucky.
—Yo soy Steve.
—Steve ¿puedes dibujar cualquier cosa?

El niño rubio se encogió de hombros.

—Tambien me gustan las aves. Dibuja un cóndor.
—¿Condor? ¿Qué es?
—Es un ave muy grande, poderoso y ... —se callo— muy bonito. ¿Lo dibujarias?
—Pero no se cómo son, dibujo lo que haya visto.

En el rostro de Bucky se formó una amplia sonrisa.

—¡Entonces te lo mostraré!
Bucky se levantó y estiró su mano— vamos, te llevaré a ver un cóndor.

Steve duro un momento, pero recibió la mano. Y se dejó guiar por el niño. Caminaron alejándose del estanque, y también del parque.

—No puedo alejarme tanto de casa. —dijo Steve un poco preocupado.
—Descuida, tu mamá ya sabe.

Cuando llegaron al puente de Brooklyn, Steve se detuvo. Vio una anciana ciega que no podía cruzar la pista.

—Tenemos que ayudarla.
—Va estar bien —respondio Bucky sin interés.

Fictober Stucky 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora