Dia 27: zombies

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Las luces de apagan, al tiempo que los tacones de la enfermera de turno hacen eco en aquellos pasillos. La mujer que no debe pasar sus treinta, enfoca con su linterna, al azar, la ventana de alguna puerta.
Se segura que los niños dentro duerman.
Entonces cuando se a cansado, se retira, y se escucha también como el eco que hace al pisar de aleja hasta desaparecer.

En ese momento, Bucky aprovecha para poner su almohada en vertical, cubrirlo con las frazadas, bajar de su camarote para llegar al de Steve.

—No quisiera que te regañen por no dormir en tu cama —murmura Steve cuando Bucky se a acomodado bajo las frazadas—no creo tener otra pesadilla.

Bucky tiene once años, y Steve diez. Y se conocen desde que tienen conciencia en el refugio. Desde entonces son mejores amigos.

—Esta bien —responde Bucky— estaré atento —asegura, sonríe en la penumbra sujetando de los hombros al otro niño. Atrayendolo hacia él.

—No vas a estar despierto toda la noche —continua Steve, preocupado.

—No pasa nada —Bucky ríe suavemente, al contrario de su amigo, despreocupado.

Piensa que incluso si es atrapado, el castigo será lo de menos, a lo mucho lo mandarán a ayudar en la cocina y la señora encargada siempre es amable con él.
Sin embargo, Steve siempre siente un poco de miedo. No por él, pues siempre se a ganado algún regaño por meterse en las discusiones de otros niños y por protestar a los adultos cuando son injustos con algún compañero. Pero no siempre le hacen caso, como cuando llevan a Bucky a castigo y es ignorado totalmente.

—Vamos, duerme —Susurra Bucky, dándole un beso en la coronilla de la cabeza al otro niño.
Steve ríe un poco y parece olvidar un momento aquellos pensamientos negativos. Levanta su cabeza y acerca sus labios a la mejilla del otro niño.

En algún momento de esos años aprendieron a hacer eso, fue instintivo, como resguardarse de la lluvia o salir a los jardines cuando había sol. Era algo natural que querían hacer, sin embargó como nunca ven que sus compañeros o adultos lo hagan, ellos pensaron que quizá sea algo solo de ellos dos. Por lo que lo hacen en secreto.

Dejando de hablar,
Steve se acurruca y Bucky  descanza su cabeza en la almohada.
No pasa mucho para que el menor duerma, mientras que Bucky acarica el cabello rubio, observando la marca en el torso de su propia mano. La marca que le hicieron hace un año y la que le pusieron a Steve hace unos días. 

Una fecha, la fecha que serían seleccionado para luchar contra los Ira o ser llevado a la base para adultos.

Los niños en ese lugar eran educados con lo básico sobre leer y escribir, hasta que un día eran llevados a un aula especial, donde les mostraba lo que era el mundo.
Lo que quedaba de él.

Se les explicaba que hace veinte años el mundo sufrió una pandemia, una en que muchos  murieron. Entonces después de un año, el virus pareció desaparecer dejando a los que parecía habían desarrollado anticuerpos. Sin embargó, muchos de ellos empezaron a manifestar  diferentes sistomas.

El virus se había impregnado al cerebro humano. Encubando de una forma lenta, infectado de una forma moustrosa.

Aquellos que parecían haber superado la pandemia se convirtieron en asesinos.

Eliminada su conciencia y razón,  dejándolo una gran furia en ellos que los impulsaba a matar. Familiares, amigos, o quien sea, no saciaban ese impulso.

Videos e imágenes eran mostrados de estos humanos al cual se les nombraba los Ira, que mataban a todo quién se cruzaba en frente, solo usando sus con manos y dientes. Aquellos humanos parecían no cansarse de correr, sus ojos se volvían blancos y gritaban todo el tiempo. 

Fictober Stucky 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora