CAPÍTULO 9. TRUENO.

1K 97 0
                                    

—Te invito a cenar. Estoy seguro que no has probado bocado desde el almuerzo —propuso Draco empezando a guardar los papeles y buscando su maletín al notar que Hermione también se iba.

—¿Y dejar que nos vean juntos? —lo miró atónita—. Sabes que, de ser así, mañana apareceríamos en la primera plana de los periódicos sensacionalistas, ¿verdad?

—¿Te refieres a la noticia del exmortífago que cumple sentencia cenando junto a una jefa de departamento del ministerio de magia? Claro... Eso haría que mis padres caigan muertos —sonrió de medio lado.

—No sólo tus padres caerían muertos. Mis amigos y todos los que nos conocieron en el colegio, también —bromeó divertida.

—¿Eso es un sí? —el corazón de Draco empezó a latir rápidamente por la emoción.

—Tengo hambre y probablemente en casa me prepare sólo un sándwich, así que acepto.

—Si te parece, podemos ir a un restaurante en el Londres muggle que con frecuencia visito, y así no seremos culpables de alguna muerte —sonrió con picardía. Hermione iba a decir algo cuando, él, adivinando, la detuvo—. Sí, ya sé. Yo en un restaurante muggle. Créeme, ahí no llegan los de El Profeta, ni Corazón de Bruja o similares, y se come bastante bien. Eso sí, deberás aparecernos a los dos —continuó con una mueca de fastidio pasándose la mano por la zona occipital de su cabeza—. Ya sabes, parte de las limitaciones que tengo con el uso de la magia.

Draco indicó la dirección conocida más cercana al sitio que irían y fue así como tuvieron su primer acercamiento fuera del trabajo.

Hermione se encontró riendo y divirtiéndose con la compañía de un Draco relajado y tranquilo, muy distinto al estirado y creído jovencito que había conocido en sus tiempos de colegio. Y Draco disfrutaba la cena como un sueño hecho realidad después de seis meses de trabajar a su lado y dos de haberse percatado que ella era el motivo por el que asistir al trabajo cada mañana había dejado de ser un castigo. Soportar cualquier inconveniente o insulto de otros funcionarios que, a pesar del paso del tiempo y de su comportamiento intachable, aún lo veían como la peor escoria del mundo, era nada a cambio de las mejores horas de su vida al lado de ella.

Octubre, 2005

Un ensordecedor estallido sacó a Draco de su ensoñación trayéndolo de vuelta al presente. Afuera aún llovía a cántaros, había muchos relámpagos y un trueno lo había asustado y, por ende, a Hermione, quien también se había despertado por el estruendo.

—Ssshhh, tranquila —sentía el corazón de ella latir desbocado contra su pecho, así que con una mano acariciaba su espalda y con la otra su rostro. Luego de unos minutos, sintió como ella se estremecía por un escalofrío, pues la manta que él había invocado ya no era suficiente al estar ambos desnudos; además, a causa de la lluvia y lo avanzado de la noche, la temperatura hacía descendido varios grados y el calor de la chimenea no había evitado el enfriamiento.

Hermione levantó su rostro para quedar a la altura del de su esposo; luego de estirarse para besar su barbilla, se puso en pie para buscar el calor de su cama y él la imitó. Abrazados, al poco rato quedaron dormidos, arrullados por el repiqueteo constante de la lluvia.

 Abrazados, al poco rato quedaron dormidos, arrullados por el repiqueteo constante de la lluvia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pide un deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora