CAPÍTULO 21. INVIERNO

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Septiembre, 2000.


La noche en que Draco se había declarado, le había dejado claro poco antes de despedirse, que no tenía interés en seguir trabajando en el ministerio. Esos dos años habían sido más que suficientes y aunque sabía que iba a extrañarla, no era capaz de seguir actuando frente a ella como si no la amara ahora que había manifestado su amor.

Hermione no quería cerrarle su corazón definitivamente con una negativa, así que el tema quedó en suspenso. Internamente, quería darse una oportunidad en el amor luego de su fallido intento de noviazgo con Ron, quien había estado más entusiasmado con su entrenamiento para auror que con su supuesto enamoramiento, y si eso implicaba que el mismo Draco Malfoy la cortejara, ¿por qué no?

No estaba ciega. Él era un hombre bastante atractivo, aún más con sus gafas y aquel aspecto casi desaliñado con el que lo había visto en escasas ocasiones; aunque no podía negar que, en sus mejores galas, no tenía nada que envidiarle al más guapo de los príncipes de la realeza.

Las primeras semanas sin Draco sirvieron para darse cuenta de que lo extrañaba, aunque no sabía si al compañero de trabajo o al amigo en que se había convertido durante los últimos meses.

Draco trató de darle su espacio, aunque no podía evitar tener algunos detalles con ella. Ocasionalmente, le hacía llegar un café con leche y canela acompañado de una pequeña nota. "Extraño compartirlo contigo". "No me sabe igual si no estás a mi lado". "El mío hoy se enfrió porque no tenía tu compañía".

Ella sonreía y se tomaba su café, añorando al dueño de aquella caligrafía e imaginando cómo sería tener una relación formal con él.

El martes de su cumpleaños al llegar a su oficina, se encontró con varios arreglos de claveles blancos, rosados y salmón, sus flores favoritas, estratégicamente colocados por todo el lugar. Una pequeña tarjeta con aroma a sándalo la esperaba en su escritorio con sólo una palabra "Felicidades".

En pocas semanas, Draco le había enviado más detalles que los que Ronald había tenido con ella en siete años.

Hermione llegó a la conclusión de que definitivamente ella quería a Draco Malfoy en su vida, así que tomó la decisión de dar el primer paso e invitarlo a salir aprovechando un evento de final de verano al que quería asistir.

Estuvo frente al pergamino varios minutos intentando encontrar las mejores palabras. ¿Querido? ¿Estimado? ¿Malfoy? ¿Draco a secas? Se decidió por algo directo.


"Hola, tengo dos entradas para ir al Royal Festival Hall a una presentación de la Orquesta Filarmónica de Londres mañana en la noche. ¿Te gustaría acompañarme?"


No pudo evitar sonreír al imaginar su gesto al escribir la pequeña línea.


"¿Es esto una cita?"


—Eso espero —se contestó a sí misma.

Draco estaba nervioso pues nunca había ido a un teatro muggle y pero principalmente porque su acompañante era la mujer que le quitaba el aliento y sabía que, si aspiraba a estar con ella, debía aprender a disfrutar ese tipo de actividades desconocidas para él y convertirlas en parte de su rutina, una aventura que estaba dispuesto a vivir.

Cuando la orquesta estaba interpretando "Las cuatro estaciones" de Antonio Vivaldi, el rostro de Hermione casi se transfiguró en su parte favorita, el primer movimiento del concierto llamado "El Invierno", interpretada de "forma sublime", según las palabras de la joven, por la famosa solista rusa Svetlana Kurylenko.


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