CAPÍTULO 13. ANIMAGO.

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Octubre, 2005.

Draco hizo que Hermione se levantara de la cómoda silla donde acostumbraba leer y medio sentándose en el respaldo de uno de los sillones de la biblioteca, la atrajo y la acunó entre sus brazos. Respondiendo a su pregunta de si hubiera declarado sus sentimientos de no haber ocurrido el percance con la copa de vino, confesó:

—Quizá si no me hubieras sugerido seguir trabajando contigo, no me hubiera declarado y probablemente, tampoco te hubiera vuelto a ver —presionó su nariz con ternura—. Bien sabes que estaba dispuesto a largarme del país una vez cumplida la sentencia, y así empezar de nuevo, lejos de todo y de todos.

—Pues, al extrañarte, si no te hubiera vuelto a ver, hubiera sido capaz de contratar a la mismísima Rita Skeeter para que te buscara hasta por debajo de las piedras si era necesario —le dijo con un aire de suficiencia.

—¿Aprovechando su estado de animago no registrado para amenazarla? ¿Quién hubiera imaginado que la señorita Hermione Granger, la protectora de todos los desvalidos, se aprovecharía de ese secreto para su propio beneficio? —indagó Draco tratando de mantenerse serio pero la idea de su mujer coaccionando a alguien le divertía.

—Bien sabes que ella no es ninguna desvalida... —replicó con un atisbo de irritación en su voz—. ¡Todo lo contrario! Es una deshonesta y vil escarabajo; tú lo sabes mejor que nadie: te aprovechaste de su falta de profesionalismo para propagar información falsa acerca de Harry y yo —lo vio de reojo; él había fruncido ligeramente el ceño al recordar aquellos eventos—. La amenazaba nuevamente con un frasco de vidrio si no te buscaba y estoy segura que te hubiera rastreado por mar, cielo y tierra. Sólo ella es capaz de encontrar a quien sea si ve en eso la oportunidad de un buen reportaje. Hubiera inventado que sospechaba que eras un hombre lobo pues desaparecías cada luna llena al mes durante el año que trabajamos juntos y de seguro daba contigo en un día.

—No te conocía esa faceta malévola —rió con humor— ¿Y qué tal si yo también era un animago no registrado y hubiera decidido usar mi forma de hermoso pavo real albino y colarme entre los demás en el jardín de mi padre? No me hubieran encontrado nunca —sonrió con vanidad.

—¿Hermoso pavo real? ¡Un hurón, querrás decir! —le presionó el tórax con el dedo índice con el fin de apabullar su orgullo para luego soltar una risotada.

—Es usted muy mala, señorita Granger. Voy a tener que restarle muchos puntos y dejarle trabajo extra clase toda esta semana como castigo —Draco ladeó la cabeza y lanzó una traviesa mirada. Sus pupilas se habían dilatado tanto que sus ojos parecían ser negros y no plateados.

—Si usted es quien me acompañará en esas horas, profesor Malfoy, no tengo queja alguna —respondió con voz seductora y mirada penetrante empezando a desabrochar los botones superiores de su camisa para dejar descubierto el pecho.

—Está siendo muy descarada hoy, señorita Granger... eso va a empeorar su castigo a otra semana más —sonrió lujurioso.

—Estoy más que dispuesta, profesor.

Hermione miró a su esposo con ojos llenos de deseo y abrazándolo, se fundieron en un apasionado beso.

Hermione miró a su esposo con ojos llenos de deseo y abrazándolo, se fundieron en un apasionado beso

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