CAPÍTULO 22. DROGA.

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Cuando salieron del Royal Festival Hall, Draco la invitó a cenar a un lujoso restaurante londinense cerca del río Támesis. Mientras comían, Hermione no dejó de comentar lo mucho que le había gustado el concierto y lo complacida que estaba por haber conocido a la violinista, de quien se decía, tenía "poderes mágicos" por su forma de interpretar las obras. Draco disfrutaba el verla expresarse a sus anchas cuando le apasionaba un tema y evidentemente la música era uno de ellos. Nunca dejaría de ser una sabelotodo, y curiosamente, esa "cualidad" ya no la encontraba tan molesta como en sus tiempos de colegio. En aquel entonces, la envidiaba. Ahora la admiraba.

—Estudios científicos han demostrado que la música puede tener el mismo efecto que tienen las drogas en nuestro cerebro. Cuando se escucha las primeras notas o frases de alguna canción o composición que nos gusta, se liberan endorfinas, unas sustancias que inducen sentimientos de placer, lo que trae beneficios a largo plazo no sólo en la salud física sino también en la mental.

—Ahora entiendo por qué sonreías tanto durante el concierto. Estabas realmente disfrutando el momento.

—¡Claro! Y todas las mañanas procuro escuchar un poco de música clásica —Draco la miró con curiosidad, por lo que ella le aclaró—. Así se le dice al tipo de música compuesta durante el siglo XVIII. Siento que rindo mejor durante el día cuando lo hago, y me siento de mejor humor.

—Entonces no tuviste tiempo de escucharla durante el año que trabajamos juntos —bromeó con una sonrisa malévola que provocó la risa de la muchacha.

—Te perdono el comentario porque la comida está deliciosa y el postre se ve aún mejor —sonrió de lado divertida y Draco la imitó.

—¿Desde cuándo te gusta tanto la música? Siempre creí que lo único que te apasionaba eran los libros —agregó jocoso.

—Desde que tengo memoria, durante el desayuno mi padre ponía sus obras favoritas... Una vez nos dijo a mi madre y a mí: "Si cuando me estoy muriendo me ponen El Preludio de la ópera Lohengrin, seguro que resucito". Es una pieza realmente hermosa compuesta por un gran genio llamado Richard Wagner... La Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák también es mágica... cuando papá está deprimido, lo reanima mucho. Ya te digo: la música realmente es una droga, pero de las buenas.

—Interesante... tendrás que enseñarme más de esa música que dices si quiero caerle en gracia a tu padre con un tema de conversación.

Hermione se sonrojó al imaginar la escena. Draco, un mago cien por ciento sangre pura, entablando una conversación con su padre muggle, definitivamente era algo digno de ver.

Después de cenar y una vez fuera del restaurante, un hermoso y despejado cielo nocturno de verano maravilló a Hermione.

—Otro de mis pasatiempos es el de contemplar las estrellas y la luna —suspiró con su mirada en el firmamento—. Con mis padres visitábamos el Bosque de Dean una vez al año desde que recuerdo, y mamá me enseñó a identificarlas.

Draco envidiaba la idea de unos padres siempre al lado de una pequeña Hermione. Él escasamente veía a los suyos durante su infancia. Era costumbre de las familias de alta alcurnia que sus hijos fueran atendidos casi exclusivamente por elfinas que fungían de niñeras. Durante su infancia, él veía a su madre sólo durante la cena los fines de semana, y a su padre un poco menos pues estaba siempre ocupado con sus negocios.

A lo largo del año que había trabajado a su lado, Hermione constantemente hablaba de ellos, de lo mucho que los había extrañado cuando inició sus estudios en Hogwarts, sobre todo de los paseos y actividades que compartían como familia los fines de semana antes de su época en el colegio. Él no podía recordar haber compartido con sus padres una actividad que no fuera un evento social rodeados, por lo general, de magos sangre pura y jerarcas del ministerio de magia, y hubiera deseado tener esa vida que ella tanto mencionaba.


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