CAPÍTULO 25. MANSIÓN.

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El cielo empezó a encapotarse por lo que decidieron regresar. Tomados de la mano, camino a su parte de la casa, Hermione recordó la primera vez que visitó Malfoy Manor después de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mágica.


Marzo, 2001.


Hermione tenía poco más de tres meses de noviazgo formal con Draco. Su relación era noticia frecuente en los periódicos y revistas por lo que Narcissa había pedido una reunión con ambos. Lucius aún continuaba en prisión, pero también se había enterado de la situación y había pedido a su esposa que se encargara del asunto, puesto que a él no se le permitían visitas. Había sido claro. Draco no podía tener una relación con Hermione Granger y Narcissa debía tomar cartas en el asunto.

Muchas habitaciones de la mansión habían sido reformadas en esos dos años y medio, por lo que Draco había asegurado a su novia que ningún mal recuerdo la afectaría. En todo caso, su madre los esperaba en el saloncito de tomar té, en el ala este, completamente alejado del hall. No tendrían ni que pasar por la entrada principal; lo harían por un acceso lateral.

Al entrar, intercambiaron fríos saludos. Narcissa invocó un par de sillas y los invitó a sentarse. Varios recortes sobre la mesa, donde ellos aparecían retratados caminando y riendo por las calles de Londres, delató la razón de la reunión.

—Según estas notas, la mitad de la comunidad mágica aplaude su relación pues lo ven como algo tierno y un cuento de hadas hecho realidad: la relación perfecta entre el exmortífago redimido y la heroína de guerra. La otra mitad la critica pues la ven como una pantomima o estrategia que los Malfoy hacemos con el fin de redimirnos ante la sociedad luego de... —calló unos segundos— aquellos penosos acontecimientos —se aclaró la garganta— y en la cual se está prestando la señorita Granger con la idea de escalar puestos en el ministerio, aprovechando el renombre de nuestro apellido, que, aunque enlodado, no deja de tener peso ante la sociedad debido al poder económico que aún tenemos.

Hermione parpadeó con asombro ante ese análisis, preguntándose de dónde había sacado la madre de su novio tantas conjeturas pues ella no las había escuchado ni leído en ningún lado.

—No sé cuál de las dos es la verdadera, pero espero que, lo que sea que esté pasando, lo piensen bien. Es su futuro el que está en juego. No quiero mentir. No estamos de acuerdo con su relación, y aunque Lucius insistió en que interviniera, quiero mantenerme al margen... ambos son adultos y espero que tengan claro en lo que se están metiendo si deciden seguir por este camino. En todo caso, hijo, creo que no estaría de más recordarte que en nuestras familias, el matrimonio siempre ha sido más un contrato entre dos partes para engendrar hijos sangre pura que algo producto del amor. Aunque en teoría esas ideas están erradicadas, debieras reconsiderar los siglos de tradición que acabarían de ustedes continuar con lo que sea que tienen. ¿Quieres llevar sobre tus hombros y de por vida la carga de ser quien cambió el árbol genealógico de los Malfoy?

Narcissa hizo una pausa para darle un sorbo a su té, por lo que Draco, algo ruborizado por la rabia, respondió a la defensiva:

—¿Y para decirnos esto es que nos citó? Por el amor a Merlín, madre, recién estamos iniciando una relación. Ni siquiera sabemos si esto funcionará, aunque deseo de todo corazón, que sí. Pero no es como si ya nos fuéramos a casar. Me parece muy injusta su actitud y para nada propia de usted, sino algo más similar a lo que padre haría. Así mismo, considero completamente innecesaria la presencia de Hermione en esta reunión. Ella no merece esta humillación. Estas estupideces me las pudo haber dicho únicamente a mí y yo, hubiera estado gustoso de decirle la verdad y con eso, le habríamos evitado este mal rato.


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