CAPÍTULO 18. INFIERNO.

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Noviembre, 1999.

Luego del final de la segunda guerra mágica, Theodore Nott era prácticamente el único amigo de Draco. Blaise Zabini se había mudado a Italia con unos familiares lejanos, y Gregory Goyle a Mongolia luego de perder a su padre.

Todos los domingos en la tarde, desde que había pasado su juicio, Draco se reunía con Theodore para tener un momento de catarsis, donde despotricaba sobre todo lo que le había pasado durante la semana con este o aquel compañero de trabajo, contando los días que faltaban para terminar su periodo de castigo. Esa había sido la tónica durante el primer año de sentencia.

Pero desde que trabajaba como asistente de Hermione, había cambiado la actitud. Ya no había quejas, y casualmente, empezó a describir con más frecuencia, su forma de vestir, el peinado que había usado tal día de la semana, y cuántos cafés habían compartido. Nunca hubo críticas, y más bien, Draco había sugerido a Theo para ayudarlos con los asuntos legales. Semana a semana, Theo escuchaba cómo se explayaba hablando de su antigua rival de estudios casi con admiración, algo que por supuesto Draco simulaba muy bien tras una máscara de indiferencia en sus horas de trabajo. Al menos una vez por semana, ellos tres se reunían junto con el resto del "equipo de Hermione" y él jamás mostraba hacia la muchacha, alguna emoción o actitud distinta a la laboral. Draco era un experto oclumante. Cero reflejos de sus sentimientos ante el mundo.

Una tarde de noviembre, estaban tomando whisky de fuego en la mansión Nott.

—¡Mi vida es un infierno! —le dijo Draco con fastidio.

—¿Tuviste problemas con ella esta semana? —tiró al aire suponiendo que la situación a la que le achacaba su actual estado de ánimo tendría que ver con la que era su jefa inmediata desde hace cinco meses y no precisamente con el fallo del Wizengamot o el resto de los compañeros del ministerio.

—Al contrario —bufó—. Si me tratara como merezco por todo lo que le hice, al menos tendría esa razón para odiarla.

Theo esbozó una sonrisa. Ese comentario confirmaba, al fin, sus sospechas.

—Te enamoraste de ella.

Draco no respondió. Conocía muy bien a Theo. Esa no era una pregunta. Era la confirmación a lo que llevaba algunas semanas rondando en su mente y que ahora aceptaba por primera vez a su mejor amigo y casi que así mismo. Bufó nuevamente, pasándose una mano por su cabello con desesperación.

—Entonces estás perdido. Nadie aceptará su relación.

—Gracias por el apoyo —gruñó—. Con amigos así, para que enemigos... Te nombraré el presidente de mi club de apoyo.

—Soy realista, Draco. Tus padres, serán los primeros en oponerse. Están cumpliendo una condena precisamente por despreciar a los sangre sucia...

—¡No uses esos términos! —interrumpió farfullando con actitud amenazadora.

—Estás grave, hermano.... —se llevó la mano a la frente con resignación—. ¿Vas a enfrentar a cada persona que la llame así empezando por tu padre? —Draco le lanzó una mirada cargada de odio—. ¡No me veas así! Sabes que tengo razón. Me conoces, Draco, no uso ese insulto, pero lo traje a colación precisamente porque estás rodeado de personas que sí lo hacen. ¿Qué pretendes hacer al respecto?

—¿Entiendes ahora por qué mi vida es un infierno? —repitió con actitud desesperada.

—¡Ocupamos más whisky! —dijo Theo dirigiéndose con decisión hacia el minibar.

—¡Ocupamos más whisky! —dijo Theo dirigiéndose con decisión hacia el minibar

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