Mirio

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Togata se dirigió al lugar acordado, una librería vieja, ella salía con una cara de tristeza que no hacía más que apachurrar el corazón del rubio, pues ella solo se veía sin ganas de seguir.

Con los nervios a flor de piel, se acercó a la desdichada, quien al verlo agachó con rapidez la cabeza, volviendola a levantar está vez con una sonrisa.

—Creí que nos veríamos en media hora. — soltó una carcajada preocupada por verse así frente a él.

—No me gusta llegar tarde. — contestó con su sonrisa característica. —¿Vamos? —

Caminaron un poco distantes, sin temas de conversación ni nada especial, por lo que se empezaron a deprimir, tal vez no agradaba la compañía mutua.
Una tristeza se plasmó en el rostro de ambos.

A unas cuadras un par de ladrones escapaba en camioneta de policías e iban por las calles a toda velocidad, la gente corría peligro.

Ambos jóvenes estaban inmersos en sus pensamientos pero Murió se percató del movimiento y de lo que hacía, pues ella estaba bajo la banqueta y el carro podía arrollarla, con velocidad tomó su brazo abrazándola, miró si no había más víctimas, vió que todos estaban intactos gracias a los profesionales y entristeció de inmediato al recordar que su kosei había desaparecido.

Lucy sintió el agarre más fuerte y preocupada por su acompañante lo abrazó.

—Yo solo quería ser un héroe. — mencionó él.

—Y lo eres, no solo salvaste a Eri dando a cambio tu particularidad, acabas de salvarme a mi también, sin ninguna habilidad, gracias Togata. — le sonrió con cariño y afecto, abrazándose más a él.

No se separaron hasta que su estómago se los suplico y riendo fueron a un puesto de hot dogs, dónde devoraron los que quisieron.

El de ojos claros la miró una vez más y la tomó de la mano. Pero en su descuido resbaló, casi sintiendo el golpe en su rostro la joven lo sujetó con bastante fuerza.

—Gracias por no dejarme caer. — le dijo haciendo referencia no solo a lo literal si no también a lo emocional.

La tarde transcurrió tranquila, sin percances y con calma como si todo fuese paz.

—¿Y si no soy quien esperan? — preguntó de la nada ella.

—Tú eres y siempre serás tú, además es tu vida, si alguien no te acepta por cómo eres, mándalo al demonio. — le dirigió esa deslumbrante sonrisa. —Me tienes y tendrás siempre a mi. —

El camino a casa fue ameno y había felicidad en el ambiente, al llegar a la puerta él sujetó su mano con delicadeza y susurró.

—¿Segura que no eres astronauta? Porque me tienes entre la luna y las estrellas. —

Y el sonrojo no se hizo esperar.







Buenas nocheeeeees, ¿qué traen? Yo un chingo madral de tarea, lo peor es que algunas deben subirse a Facebook y no soy muy sociable para compartirlas y que reaccionen y comenten, odio esos trabajos... En fin, espero que a ustedes les vaya mejor y que tengan tiempito libre.

Última cosa: me pondré en contacto con los dos primeros votos para una dinámica o algo así.

¡Ay nos vidrios! Los tkm.

Citas (Fase Dos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora