III

814 91 36
                                    

Soy malo para expresarme, es por eso que siento no ser el adecuado.

La campana del receso resono en toda la escuela, Uenoyama se levantó con pesar de su asiento para dirigirse a su lugar favorito para descansar.

No estaba

El ojiazul suspiro con alivio y se recostó entre las escaleras. Estaba decidido, hoy acabaría con Mafuyu. Pero, si ya estaba seguro, ¿Porque dolía? Solo chasqueo la lengua con molestia. Sabía que si se concentraba en Mafuyu todo iría mal, se distraeria, y no quería eso cuando a penas iba comenzando.

– después de todo no ... Estare mal... él encontrará su camino, y yo ya encontré el mío– no era su voz, si amaba a Mafuyu Sato, pero el amor a la fama pudo más– no debería de preocuparme por él, después de todo– soltó un suspiro pesado, ahora era un lío su mente, ¿Mafuyu o la música?, Una vida donde sólo sería alguien pequeño o una donde será una persona reconocida por lo que siempre amo y quiso– lo trate mal– era cierto lo había evitado tantos días únicamente para que ese pequeño joven cabellos naranjas se vaya por su voluntad, más no lo hizo– pero la música lo vale– cerró los ojos entregándose a los brazos de Morfeo mientras sus preocupaciones hacia su pareja desaparecían.

______________

Mientras tanto Mafuyu solo escuchaban su barriga quejarse de hambre, tenía las ganas de pedirle a su pareja un momento especial, donde la víctima sería Uenoyama porque pensaba pescar algo de su almuerzo. Más la actitud del pelinegro arruinó su día.

– ya en casa comeré algo– más el sonido parecía retumbar en todo el aula, donde se percibía claramente el olor a plumón nuevo, entre los perfumes de los alumnos y alumnas presentes, mezclado con sus almuerzos para Mafuyu era cada vez más tortuoso estar ahí. Se levantó en dirección al aula de su pareja, ¿Que haría ahí? Ni él sabía, tal vez admirarlo mientras duerme– ¿Uh?– una mano de una chica lo saco de sus pensamientos.

– Ritsuka no te espero hoy– era aquella chica de cabellos cortos castaños de vibra agradable– pero si deseas puedo decirle tu recado– Mafuyu negó arbitrariamente mientras seguía su camino.

No había dónde ir. Todos los lugares solo aumentaban su necesidad de comer algo.

– pareces hambriento– una chica absolutamente desconocida para el pelinaranja le dirigió la palabra, se veía mayor, tal vez de último grado–¿Tienes hambre bonito?– Mafuyu asintió en silencio. La chica inmediatamente saco un pequeño aperitivo para brindarselo– que bonita guitarra, ¿Sabes tocarla?– Mafuyu no respondía estaba agradecido, pero no tenía palabra para responder– ¿Sabes hablar?

– si sé, Mafuyu Sato, ¿Tú nombre?–algo que tenía siempre en mente en que nunca se recibía nada de un extraño mucho menos convivir sin saber antes el nombre. Pero este era un caso especial.

– Mashiro Yano– el pelinaranja abrio los ojos de par en par para observar a la muchacha de tes blanca y cabellos rojizos como el fuego, acompañado de unos preciosos ojos grises que combinaban con su forma de ser.

– te llamas como mi mamá– mencionó el cabello naranja a su salvadora de almuerzos.

– ¿Enserio? Que gran honor– la chica se le veía agradable, nunca había sentido tan cerca a una, mucho menos hablarle con tanta normalidad. Ella era especial, por algún motivo la sentía así– un gusto conocerte Sato, debo ir a clases, antes que suene el timbre– se despidió con la mano de su nuevo amigo.

Mafuyu estaba contento ya no estaba solo nuevamente, tenía una amiga. Por alguna razón miró por la ventana hacía el cielo que se encontraba despejado.

Promesas Rotas (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora