IX

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Narra Tomikoa.

Corrí a velocidad entre las personas que transitaban por el parque. Espero no haber demorado, no quisiera haber arruinado la noche en familia que prometí.
Para mí suerte allí estaban, mi rayo de esperanza acompañado de mi rayito pequeño. Ambos eran hermosos. ¿Que mas puedo pedir? Soy un hombre afortunado.

Me acerqué a ellos, sin embargo allí estaba mi pequeña esperanza prohibida con un rostro desencajado, mirada perdida y ceño fruncido. Tan hermoso.

– tardaste– seguro estaba celoso. ¿Como decirle que todo lo he hecho por él?– ¿Que hablaron?

– música– sería una gran sorpresa. Se que te encanta su música. Aunque lo niegues.

– no quiero que hables con él– mi niño, eres tan tierno cuando estás así.

– ¿Porque?– tomé asiento a su lado mientras observaba a mi pequeño jugar con los insectos. Asqueroso.

– solamente no– palabras serias. No quisiera pelear.

– ¿Crees que te sería infiel?– está discusión siempre la teníamos. Claro está que no soy homosexual. Solo caí rendido en ti– sabes que no me gustan los hombres– rápidamente busque su mirada. Debí callarme.

– ¿Entonces para que nos casamos?– no quiero perderte– siempre me dices que no te gustan los hombres. Entonces, ¿Porque conmigo es distinto?.

Cómo explicarte que ni siquiera yo lo sé. Que solo te veo y mi corazón se acelera a una velocidad única. Que tiemblo ante ti. Solo me imagino haciéndolo contigo, solo me imagino a tú lado. Si es otro hombre me da asco. Pero tú. Mafuyu Sato, eres distinto.

– justamente porque eres diferente es que eres el único hombre que me gusta– ¿Lo deje claro ya?– te veo y mi corazón se vuelve loco, me sudan las manos, me tiembla el cuerpo. Me dan ganas de..– no soporte más. Lo bese. Lleno de amor, posesión y lujuria. Te amo Mafuyu, no se que me hiciste. No sé cómo lo hiciste, ni se como termine pidiéndote matrimonio. O un noviazgo. Solo se que aquí estoy. Amándote como un loco a pesar de que eres alguien prohibido para mí– te amo... Solo a ti, siempre.

– está bien– sus palabras siempre eran sencillas, y eso lo hacía adorable. Tan hermoso. Tan cautivador.

Lo amaba. Y yo no sería nada sin él.

Me levanté y cargue a mi pequeño hijo. Era igual a ella, si buen sé que la extraño, se que ya la supere. Y que la vida me tenía esperando un ángel.

De pronto me percaté de algo. ¿Qué fecha era mañana?

Cierto invierno, cierta tarde. Allí estaba yo, ansioso esperando a mi pequeño amigo. O eso lo consideraba yo.

– Hyoka-san, disculpe que allá insistido en que venga, es que es algo muy importante para mí– como negarte algo. Simplemente no podía.

– no es molestia para mí Mafuyu– frote mis nudillos en su cabecita y solo lo escuche quejarse. Era precioso.

– ven, por aquí...– alcé mi mirada una vez más, esa Gibson, era muy bonita. A lo poco que pude oír de él. Es que era de alguien importante. Cuando alcé la vista entre a una cafetería, se veía bien el lugar, era cómodo– aquí

Me senté en el lugar que indico y lo observé con atención.

– quiero que, me enseñes más sobre la guitarra– suspiro, se sentía raro– todos estos meses, te vi, y tocas fantástico. Por favor. Enséñame a tocar– se le veía nostálgico. Como si fuese a rechazarlo. Debía calmar la situación.

– te enseño a tocar, pero está!– burle. No le dio gracia. Ahora me sentía avergonzado– claro, que si, sabes que no puedo negarte nad– no termine mi frase, pues se abalanzó encima mío, y me daba las gracias una y otra vez. Lindo.

– ahora de ir a un lugar, ¡cuídate!

Ese día me jure que recordaría siempre lo que empezamos. Sino hubiese sido por ello, nunca nos habríamos acercado más. Solo lo vi salir del lugar mientras se aferraba más a su Gibson. Hermoso.

Cada año me encargaba de darle un presente. Tal vez él lo haya olvidado, pues nunca le dije el porque siempre de mis regalos anuales especialmente ese día. Pero también sé que esos días debo de tenerlos libres. Pues simplemente se abriga y se va. Y no es hasta más noche que regresa. ¿A donde iría? No lo sé. Pero no desconfío ni desconfiaria nunca de él.

– ¿querido? ¿Estás ahí?¿Estas muerto?– mi amado esposo movía su mano una y otra vez sobre mi rostro– vas ahí parado ya diez minutos, ¿Que tienes?– sacudí mi rostro y lo tomé de lo hombros.

– y..yo..– ¿Pero cohibirlo de salir?– ¡YO TE AMO¡– grite en mi impulso. Ya me las arreglaría. Solo escuche su risa angelical mientras me rodeaba con sus brazos. Me enloquece. Esta noche lo haría mío, me tienta de muchas formas.

– yo también te amo mucho Tomikoa– adoraba cuando decía mi nombre, pero sabía también que eso me descontrolaba. Guarde calma y exhale. Estoy agotado.

– papá, mamá. Tengo sueño– bajamos nuestras miradas y vi a mi pequeño frotarse los ojos mientras bostezaba.

¿Quejarme? Jamás. Ahí estaba Mafuyu indicándole que no debía tocarse el rostro si tenía las manos sucias. Es alguien maravilloso.

Amo a mi esposo.

Cargue a mi crío en la espalda, y dejé que mi querido esposo se apegara a mi cuerpo. Éramos una familia. 

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Al llegar a casa inmediatamente deje a mi pequeño Natsuki en su cama. ¿Y como no? Si haría un ruido bastante escandaloso esa noche.

Salí de la habitación y ahí estaba él mirándome con sus ojos almendras, profundos, no. Cálidos, dulces. Maldición.

– ¿Quieres ver una película?– tierno. Jodidamente tierno.

Tomé asiento a su lado, y mientras la película iba avanzando podía observar como entre su polera se notaba su piel clara, y fina. Tan delicada. Como una porcelana.

No me resistí. No podía. Podía pero no quería.

Lo bese con posesión, mientras él trataba de apartarme ligeramente.

– Natsuki– ese alarido de placer. Me encanta..– puede despertarse. Tomikoa...– ¿Porque obedecer?

Esa noche solo pude agradecer que Natsuki no se haya despertado. Y haber podido disfrutar una noche de pasión y amor al lado de él. Ese chico sin lugar a dudas me enloquece.

Tengo un esposo perfecto.

Promesas Rotas (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora