VII

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El sol iba cayendo, ¿Tan rápido se fue el día? Era impresionante.

– quiero recuperar a la banda... Por ti–el ojiazul se decidió en ese instante. Lo que sea por tener a ese chico cabellos naranjas y mirada inocente–¿Que dices?

El ojialmendra iba a responder, tal vez algo afirmativo. Tal vez no. No se supo pues el celular comenzo a vibrar con desesperación.

– Amor perdón pero quería decirte que ya llegué a casa mi bebé– era su esposo. Aquel hombre con gran diferencia de edad– ¿nuestro hijo se portó bien?– ese tono. Ese hombre estaba enamorado.

– Tomikoa cielo, tranquilo, yo iré en un momento, ahora me crucé con unos pequeños.. inconvenientes, en un rato estoy allí, te amo–esa parte le dolió oír. Uenoyama estaba perdido.

– yo también mi niño...– Mafuyu solo carcajeo. Cuanta libertad para hacerlo. Cambio.

– literalmente soy un niño para ti, ya yo te alcanzó cielo, cuídate. Descansa debes estar agotado– dicho esto colo la llamada y se levantó de la banqueta para divisar al pequeño niño castaño volver con helados– bien, ya oíste Uenoyama, tengo un esposo, y un hijo. Te pido no interfieras en esto. ¿Quieres reunir la banda? Hazlo solo, y si lo logras búscate otro vocalista. Yo ya esto viejo para estas cosas– dejó al pelinegro sentado en aquella banqueta mientras que iba a mimar a su hijo.

El ojiazul no daba respuesta. Solo se ahogaba en sus errores y recuerdos.

– Uenoyama-kun, me gustas.

– Uenoyama-kun tengo miedo, abrázame

– Uenoyama-kun, te apoyo, se que sabrás llevar todo bien..

– piensas abandonar la banda así nada más. Y a mi, está bien. Triunfa, felicitaciones.

Recuerdos amargos y dulces, que solo él atesoraba. Mafuyu estaba casado. Se le veía feliz. ¿Que más podía pedir?

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En otro lado un rubio de aspecto amable, seguía ofreciendo sus productos de belleza y cuidado personal.

Más él sabía todo de Mafuyu. Pero iba a hacer una pena decirlo así nada más. Después de todo. Uenoyama Ritsuka no tenía derecho.

– disculpe, quiero este producto ¿En que me beneficia?

Si.. dejar el bajo, y haber empezado un tipo de vida normal. Pacífico. Akihiko ya no era parte de su vida y eso mejoro las cosas, después de todo su único amigo era ese pequeño pelinaranja que encontró nuevamente una luz de esperanza en aquel hombre bastante mayor.  Y Akihiko se casó, con aquel violinista que tanto quiso, que tanto amo. Ritsuka era un gran guitarrista reconocido mundialmente. Todos encontraron su luz y un motivo para seguir.

Pero, ¿Quién sería la luz de Haruki Nakayama? ¿Quien le daría Esperanza? El mismo se había resignado. Ya estaba viejo. Y es que llevar 32 años era molesto. Debía dejarse de niñerías.

Y seguir adelante. Ya no era un niño, ya no era músico, ahora era una persona común.

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Por otro lado nuestro pequeño pelinaranja entraba a su hogar con una sonrisa en rostro mientras que su pareja se acercaba.

– te extrañe todo el día– depósito un beso en la frente del más pequeño, como no amarlo. Si le dio todo su apoyo cuando más lo necesito.

– yo también te extrañe– rodeo el cuello de su esposo, lo amaba. Fue su esperanza en pleno de una gran caída pico abajo. Pero el regreso de ese hombre prodigio lo tenía intranquilo.

– dime, ¿Que inconveniente tuviste? ¿Alguien te faltó el respeto? ¿Tú amigo el rubio?– el de menor estatura negó mientras acariciaba las canas de su pareja. ¿Cuanto tenia ahora? 38? Si. Un hombre bastante mayor que se fijó en un chico prohibido.

– no amor, solo problemas pequeños, nada más– Mafuyu no podía resistirse a esos ojos tan profundos. Tan hermosos como dos esmeraldas. Ese hombre era su nueva perdición.

– Mafuyu mamá, papá, tengo hambre– rompió el momento romántico de ambos hombres, que solo sonrieron delicadamente para acariciar a su hijo.

– ahora les traigo la comida, sientense.

¿Porque quejarse? Tenía todo, un esposo maravilloso, un hijo que lo quería, una economía estable, y amor. Pero ¿Era feliz? Si amaba a ese hombre, pero aún poseía sentimientos por aquel guitarrista que lo desprecio.

No. No iba arruinar su vida. No otra vez.

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Uenoyama Ritsuka cubierto de pies a cabeza. Cargaba con la culpa.

¿Había forma de enmendar ese error?

Renunciaría, pero el contrato dura cinco años más. Y no quería estar en problemas.

¿Porque carajos lo hizo?

Ni idea. Solo se cegó. Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente.¿ A que venía eso? Ni idea. Solo se repetía esa frase típica una y otra vez.

Lo divisó nuevamente. Ahí estaba. Una vez más se lo cruzó. Junto a él el gran hombre que se sacó la fortuna al tenerlo. Ambos tomados de la mano. Sin vergüenza alguna mientras cargaban al niño.

La mirada de Mafuyu y Uenoyama se cruzó, más no se hablaron. Sólo era una pareja y el un transeúnte. Que por mera casualidad de habían cruzado.

Eso pensó, hasta que sintió dos pares de manos sujetarlo.

– ¿Eres Uenoyama Ritsuka?– el esposo de su ex estaba preguntando su nombre y al unísono el pequeño niño repetía el acto. Tiernos. Más la mirada fulminante del pelinaranja lo tragaba vivo.

– no se quien es..– el hombre canoso solo lo sujeto con más fuerza. ¿Porque?

– he querido conocerte hace unos años, quiero hacer un contrato contigo!!– si su mánager aceptaba ese contrato significaba una cosa más tiempo en Japón, si tal vez sea egoísta pero ese tiempo sería más que suficiente para recuperar lo que perdió– y mi hijo te quiere conocer..

– es el hombre de la mañana mamá!!– <<mocoso chismoso>> pensó Uenoyama, que rápidamente pudo observar como el hombre de canas soltaba su mano y dirigía su mirada a su ex pareja– no pensé que serías tú, eres un grande!!! A mí papá le gustan mucho tus conciertos!!

– no me digas ...– Uenoyama amenazaba con la mirada al hombre que para su edad, estaba bien conservado.

– Natsuki, anda con mamá. Mafuyu anda adelantandote yo te alcanzó después– el pelinaranja asintió y con un beso fue la despedida momentánea– quiero hacer un contrato con usted, es que toca realmente bien, es impresionante. Y quiero que de un concierto, como algo personal, para mi esposo, es él que estaba ahí– genial lo que le faltaba, que le diría, ¿que no? ¿Porque?. ¿Porque es su ex?.

– si lo noté, conversaré con mi manager, por ahora, ¿Puedo conocerlo mejor?– planeaba un plan. Siniestro. Pero lo planeaba. Mafuyu no sería feliz ahí. Lo dirigió a una banqueta cercana y al tomar asiento comenzó las interrogantes.

Iba a ganar nuevamente a Mafuyu a como de lugar. Y un punto de cercanía sería hacerse amigo de ese hombre ojiverde.

Promesas Rotas (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora