XI

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Narra Uenoyama Ritsuka

Dolió. Sentía la mirada de las personas encima mio, solo puedo hacer una retirarme.

¿Es lo correcto? Tal vez.

¿Rendirme? No.

Quiero arreglar mis errores, quiero arreglar mi vida.

– ¡Mafuyu!– corrí tras él, pero no fue hasta mucho que la muchedumbre empezó a rodearme.

¿Porque justo ahora?. Solo veía como su silueta desaparecía entre las personas.

No pensaba perderlo. No ahora. No hoy. No otra vez.

– Uenoyama-kun, ¿Estas seguro de esto?– era la primera vez que tocaba su mano. Me sentía nervioso, exaltado,  tenía miles de emociones.

Era cierto, antes cogí su mano, pero ahora es diferente. Ahora era mío. Ahora podía sentir esa poderosa tensión que me rodeaba.

Amo tocarlo.

Cuando logré salir de la muchedumbre corrí lo más rápido que mis piernas pudieron por el camino donde él avanzó.

Quiero verlo. Quiero sentirlo. Quiero tenerlo.

Mafuyu, eres mío.

– estamos solos...– no me había percatado de aquella soledad en el estudio. ¿Que quiere hacerme? Hará que me dé un paro cardíaco– Uenoyama-kun..

–¿Tienes sed?– gran respuesta.

– si– le ofrecí mi botellón de agua mientras veía a la nada. Sentía mi cuerpo erizado y tenso de saber cuál pudo ser la segunda intención de Mafuyu.

Logré visualizarlo luego de un buen recorrido. ¿Que hacía él en un cementerio?

Lo seguí con cuidado. Pero mi espionaje acabo cuando el guardia me prohibió la entrada.

– por favor déjeme pasar– ¿Decir quién era? Tal vez serviría.

– lo lamento joven. Pero este cementerio es privado, y no puede entrar cualquier persona al lugar– me quite el cubrebocas y los lentes de sol.

Solo pude observar su rostro iluminado.

– mi hija adora sus musicas, por favor, permíteme tomarte una foto– al menos, sabía que Mafuyu estaba dentro.

Sonreí para la toma, y para muchas más. Una vez terminada mi obra consulté.

– ¿Me dice a dónde fue aquel chico?– hice mimos remerando a Mafuyu, el guardia solo sonrió.

– ese chico viene desde que antes que y trabajará aquí, viene cada año, está por el pasillo F a la izquierda, adelante chico– sinceramente desprecio que solo me haya dejado ingresar por quien soy. Y no por como estaba.

Me adentre entre los pasillos, y tumbas.

Lo vi, arrodillado en una tumba especial, junto a aquella Gibson y algunos bocadillos. Mi Mafuyu hablaba a la nada.

¿Su madre? ¿Padre? ¿Algún familiar? Lo dudó.

Me acerqué más, solo deseo verlo. Tocarlo.

– ¿Como te va allá arriba Yuki?– su sonrisa pesada alumbro mis ojos, ¿Yuki? Donde oí ese nombre– Tomikoa es muy amoroso conmigo, y Natsuki también. Me gustaría que estés aquí para oírme– sonreí. Ya recuerdo– Tomikoa me enseño algunas notas.

Una melodía nueva era dueña de mis oídos, una ligera, llena de dolor, sentimientos, pero a la vez romántica, y apasionada.

¿Que clase de música era esa?

Claro. Era la música pura del amor. Una melodía de amor que armaron aquellos dos. Una melodía hecha por ellos, con dedicación y esmero.

Las mías sonaban distintas. Ya no eran compuestas, solo. Eran dadas, eran vacías, rotas. Sin sentimientos.

Tomikoa y Mafuyu, se aman.

¿Debo de entrometerme? ¿Debo seguir?

– Uenoyama volvió– oí su hermosa voz mencionarme, ¿Que opinión tendrá de mi?– ¿Será bueno haberle ocultado mi pasado a mí esposo?– es por eso que no sabe quién soy– Yuki, ¿Que debo hacer exactamente? Amo a mi esposo, fue el único capaz de sacarme de aquel vacío en el cual caía nuevamente, pero Uenoyama, yo– debí de controlarme.

Caí ante sus ojos, los cual cambiaron rápidamente para mirarme con susto.

Genial.

– ¿Me seguiste?– asentí, ¿Y que decirle?.

Queje de dolor, mi muñeca se torció porque recosté mi peso en ella.

¿Ahora como se supone que tocaré?

Mi jefe me va a matar.

Solo tenia una semana ahora que recuerdo. Y no me dejará quedarme hasta ... Es ahora o nunca.

– ay mi mano, ay mi pierna– que gran actuación hice.

– ¿Te sientes bien?– como siempre tan atento.

Debo de aprovechar la causa.

Un segundo, mi mano está torcida! Eso significa, que tengo tiempo para poder justificarme... ¿O no?

No pensé en nada, solo pensé que me quedaría hasta el cumpleaños de Mafuyu, pero si está lejos de la fecha. Tengo que irme obligadamente.

Esto es una mierda.

Golpee mi mano torcida y el dolor está vez fue arduo.

– Mafuyu, curame– me debo ver cómo un imbécil.

Mi amado ángel solo sonrió y con cuidado me levanto del suelo.

Haría cualquier cosa por estar contigo, no quiero dejarte nunca, no de nuevo.

Promesas Rotas (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora