Un Beso Con Sabor A Libertad

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Sentado en la sala de espera sin saber nada de mi esposa y mi hijo, de nuevo cómo idiota tronando mis dedos con desesperación y mi talón derecho daba golpecitos en sincronía con el suelo.

La famosa melodia de la frustración me acompañaba una vez más en el mismo hospital en el que había estado tres veces anterior a ésta.

La primera postrado en una cama sin el brazo izquierdo y comportándome cruelmente con mi novia de cabello rosa, la segunda cuando sentí que perdía al amor de mi vida por una herida en el estómago que por poco termina con mi razón de vivir, la tercera fue una visita más amena pero igual de estresante, la llegada de mi hija al mundo con complicaciones de parto por la cirugía en el estómago de Sakura y ahora ésto, una vez más luchando con todo y contra todo por ser felices.

Dicen que la tercera es la vencida, pero al parecer la vida se empeña en darnos una cuarta, aunque sólo pido que sea la última vez que tenga que pisar éste hospital por circunstancias como ésta.

Mi hombro derecho había sido tratado y vendado, después de pasar por todo el mundo de preguntas estúpidas sobre por qué tenía una bala en el hombro y presentarme cómo el jefe de la seguridad nacional de Japón me dejaron salir del área de urgencias y es cómo llegué aquí, de nuevo a la sala de espera sentado con mis codos sobre mis rodillas y mis manos entrelazadas bajo mi barbilla esperando una vez más cómo idiota.

—Sasuke, aquí estás— La voz de Naruto se escuchó a un lado mío desviando mi mirada de la nada —¿Te han dicho algo?

—No Dobe, sigo esperando ¿Cómo está Sarada?

—Está bien, es una jovencita muy fuerte— Naruto se sentó a mi lado imitando mi posición —Se parece a ti Sasuke, aunque tiene la dulzura de su madre.

—Hmp...— Sonreí al mismo tiempo que mi amigo apoyaba su mano en mi hombro.

—Vaya, de nuevo estamos aquí velando por un bebé Uchiha— Llegó mi hermano frente a nosotros llevando mi mirada hacia él.

—Lo sé, espero que ésto no se haga una costumbre Teme— El ojiazul soltó una risa burlona haciéndome fruncir el ceño.

—Cállense idiotas, no me alegra estar de nuevo aquí.

—¿Con qué aquí estás maldito?— Una mujer castaña de cabellos largos vestida de enfermera llegó hasta a mí gritando cómo loca.

—¿Tú quién eres?— Pregunté sin inmutarme siquiera frente a ella.

—¿No me recuerdas? Hace unas horas robaste mi auto— La furiosa mujer posó sus manos sobre sus caderas con fuego saliendo de su boca —¡Llamaré a la policía y haré que te apresen!

No pude evitar reírme un poco por lo que había dicho, aunque yo era la policía sabía que estuvo mal haber tomado de esa manera su carro, pero si no fuera por eso, mi familia no estuviera viva, me levanté de mi silla y miré a la mujer borrando la sonrisa en mi rostro.

—Disculpame, lo tomé porque fue lo primero que vi y tenia una urgencia que atender.

—¡Me importa una mierda lo que haya pasado! ¡Quiero mi auto de regreso o llamo a la policía!— La histérica mujer gritaba a los cuatro vientos llamando la atención de todo el mundo.

—Señorita, está hablando con el jefe de la seguridad nacional— Dijo Naruto levantándose de su asiento y la mujer expandió sus ojos sorprendida —En seguida le haremos entrega de su auto, disculpe las molestias.

—Se... Señor presidente— La castaña titubeo y dio una reverancia ante Naruto con la cara roja cómo tomate —Lo siento, no sabía quién era el señor, disculpen mi atrevimiento.

Amores que matan (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora