El Principio Del Fin

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Éste año no ha sido fácil para mi, mi trabajo me ha absorbido mucho tiempo, estoy casi todo el día fuera de mi casa y en muchas ocasiones me ha tocado hacer jornadas extras pero aún así nada me puede separar de mi hija, nuestra conexión es muy fuerte, Sarada se ha vuelto mi compañera y mi cómplice, no necesitamos estar todo el día juntas para saber lo que nos pasa una a la otra, por esa misma razón se que últimamente ha estado muy rara, han pasado casi cinco años de que Sasuke se fue y no hemos tenido noticias de él desde hace un año, mi hija es muy fuerte e inteligente, pero todo ésto le afecta, mi niña ama a su padre y sé que añora estar con él todos los días, me duele ver que sufre en silencio.

Estaba preparando el almuerzo para las dos, a Sarada le gustan las comidas basadas en té negro, así que hoy prepararía un arroz blanco con filete de pescado cocido a vapor con té, dejé los platos servidos en la mesa y Sarada llegó a tiempo para el desayuno, la mirada de mi hija estaba más seria que de costumbre, siempre fue una niña inexpresiva como su padre, pero sabía que hoy ocurría algo más.

—Mamá... ¿Mi papá usa lentes?— Preguntó Sarada con un poco de comida en su boca.

—¿Porqué lo preguntas?—

—Tu ves perfectamente bien, me preguntaba si la mala vista la había heredado de mi papá—

—Mmm... Creo que alguna vez llegó a usarlos— Dije en un tono de voz relajado, aunque un poco curiosa por su pregunta.

—¿"Crees"? Están casados y no sabes si usa lentes— Mi hija frunció un poco el ceño ante mi respuesta.

—¿Qué te ocurre Sarada? Estas muy rara... — Mi ceño también se frunció, no me estaba gustando la manera en que mi hija me hacía sus preguntas.

—¿Cuándo volverá mi papá?— Preguntó de nuevo tajante sin responder a mi pregunta.

—No lo sé, supongo que pronto—

—¿Cómo vas a saberlo? Si ni siquiera sabes si usa lentes— Mis ojos bajaron con tristeza después de su hiriente comentario.

—Que dura eres... Sarada— Dije con una sonrisa melancólica en mi rostro, mi hija no contestó nada, solo me miro fijamente y acomodó sus lentes caídos sobre sus ojos.

Me levanté de la mesa y dejé mi plato en el trastero, las palabras de mi hija me habían dolido mucho pero de alguna manera la entendía, no saber nada de su papá le afectaba mucho, no podía decirle lo que me había dicho Sasuke antes de partir, si Sarada mencionaba algo de aquella mujer de la organización podía estar en peligro, prefería mil veces que estuviera molesta a que algo pudiera pasarle.

Me despedí de mi hija gritando desde la puerta pero no obtuve respuesta, salí con el ánimo por los suelos y me subí a mi coche, conduje hasta el hospital y al llegar me topé con el Dr. Yurio, tenía semanas viéndolo seguido, aunque no me extrañaba mucho, trabajaba para él en el hospital.

—Cómo siempre muy puntal— Dijo mi jefe acercándose a mi.

—Buenos días Dr. Yurio ¿Cómo está?— Dije con una sonrisa forzada ante mi jefe pero manteniendo un poco de distancia.

—Ya te había dicho que me tutearas, si me hablas de usted me resulta muy formal ¿A caso no somos amigos?— Sonrió de una forma sumamente sexy.

—Lo sé, pero no logro acostumbrarme— Bajé la mirada con las mejillas levemente sonrojadas y acomodando mi cabello por detrás de mi oreja.

—Me gustaría invitarte a comer hoy ¿Qué dices?—  Tomó con su mano mi hombro y su vista se  clavaba en mis ojos verdes.

—Lo siento, quedé de comer con Tsunade-sama desde ayer— Miré a mi jefe tratando de hacer creíble mi mentira, no me desagrada pero no quería involucrarme mucho con él.

Amores que matan (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora