9. ''Amor: La mas mortal de todas las cosas mortales''

72 10 54
                                    

Capítulo 9. "Amor: La mas
mortal de todas las
cosas mortales"

.................

«Cualquiera diría al verte que los catastrofistas fallaron: no era el fin del mundo lo que venía, eras tú.»

Elvira Sastre.

†.~°•°•>∞<•°•°~.†

Los nervios se asentaron en mi estómago y con miedo me acerqué a mi amigo que miraba por la ventana.

-¿Cómo es? -preguntó Chicle acercándose a Oholiab.

Oholiab hizo el amago de abrir la puerta y de la nada noté que en su mano había aparecido un cuchillo.

El pánico me invadió de tal manera que olvidé que Oholiab no era real. Que no podría hacerle nada a Isaac aun si abría la puerta en esa extraña realidad que proyectaba mi mente sobre la que era verdadera.

-Oholiab. Dame ese cuchillo -Intenté quitárselo mientras hablaba pero él lo elevó sobre su cabeza.

-Lo voy a matar.

-¡Oholiab!

Quitó el seguro que había puesto a la puerta y yo la golpeé con mi hombro cuando en mis alucinaciones visualicé que la abría.

-¡Eyt! Oholiab, no vas a abrir ninguna puerta. Dame el cuchillo, por favor

-Si está muerto no puedes conocerlo.

Chicle intentó intervenir entre la tensión que se formaba entre ambos y tocó el hombro de Oholiab para llamar su atención.

-¿Podrías darme el cuchillo por favor, Oholiab?

No le importó. El chico nos miró desde su altura y volvió a ver la puerta con una extraña determinación en sus ojos.

Tragué saliva sintiéndome nerviosa y lo obligué a mirarme.

-Sendari, te hablo como tu princesa. Dame el maldito cuchillo y aléjate de la puerta si no quieres que le hable a Kiuntré para que sepa que me estás desobedeciendo.

Oholiab me miró una última vez de una manera tan cansada que me hizo sentirme decepcionada de mi misma. Segundos pasaron mientras nos sosteníamos las miradas hasta que él se decidió y colocó el cuchillo en la palma de mi mano, yéndose en silencio a mi cuarto y dejando el ambiente tenso en la sala.

Me volteé hacia la entrada y abrí la puerta demasiado poco. Tan poco que a mí me parecieron menos de cinco centímetros.

-¡No puedo! -sentí que grité, pero de mí salió solo un susurro cuando solté la puerta como si me quemara.

-Hey, tranquila...

Me alejé temblando de la puerta y miré al centro de ella como si pudiera atravesarla con la mirada. ¿En qué demonios pensaba cuando había dejado venir a un desconocido a mi casa?

Me di la vuelta para ver a Chicle a los ojos y vi cómo se le iluminaban en un gesto de comprensión que me hizo sentir más segura, más valiente. Solté un suspiro contenido y recobrando una postura de seguridad abrí la puerta y mordí mi labio fuerte antes de que esta me dejará ver al sujeto que esperaba por mí. La puerta se abrió y mi mundo se detuvo por un instante antes de comenzar a correr a toda velocidad.

Para mí fue como ver una película en un CD rayado, donde a la mitad de la película esta se comenzaba a trabar constantemente hasta que de la nada aparecía la última escena y tú jamás supiste qué pasó. Justo así.

El sepulcro de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora