Clopin volvió a subir al escenario, mientras Paris seguía aplaudiendo con fuerza. La chica volvió a hacer una reverencia mientras se ponía en pie. Rápidamente recogió las monedas que pudo en una bolsa, y la puso a un lado, mientras Clopin caminaba hacia el público.
-¡Ahora! ¡Madames y Monsieurs! ¡El momento que todos han estado esperando! ¡LA CORONACIÓN PARA EL REY DE LOS LOCOS!-
Paris explotó en aplausos, mientras la orquesta volvía a tocar una divertida música.
-¡Ya conocen las reglas! ¡El hombre más feo ganará la corona! ¡Hagan sus muecas de espanto mis amigos! - gritó con fuerza y emoción.
Esmeralda corría por la tarima ayudando a hombres a subirse, cuando observó a Quasimodo y le hizo un gesto para que se acercara. Mollié lo detuvo con cierta inseguridad.
-¿En serio quieres hacer esto?-
Quasimodo asintió. -He estado esperando por esto toda mi vida, hermanita.-
Ella sonrió y lo soltó. -Entonces ve, suerte.-
Quasimodo subió a la tarima con ayuda de Esmeralda, el jorobado sonreía ampliamente y no perdía de vista a la gitana.
Esmeralda mostró al primer concursante y todo el mundo lo abucheó. El segundo obtuvo la misma reacción, el tercero igual y así todos hasta que Esmeralda llegó a Quasimodo e hizo un intento de quitarle la “máscara” pero se dio cuenta que era su rostro y lo soltó de inmediato con un grito ahogado.
-¡No es una máscara!- exclamó alguien más entre el público.
-¡Es su rostro!- gritó otra persona.
-¡Es horrible!- se escuchó decir a una mujer.
-¡Es el Campanero de Notre Dame!-
Toda la plaza soltó un grito ahogado y los hermanos Frollo se pusieron de pie en las gradas, impactados, y el Juez con su ira en aumento.
Un silencio incómodo se escuchó en la plaza, el silencio realmente era ensordecedor, cuando Clopin se acercó a Quasimodo, quien ocultaba su rostro con sus manos por la vergüenza, llamó la atención de todos.
-¡Amigos! ¡Amigos! No se alarmen... -hizo una pausa, poniendo una mano en la joroba de Quasimodo. -¡Buscábamos al rostro más feo de Paris y aquí está!-
De pronto, toda la plaza soltó aplausos y estalló en gritos. Esmeralda coronó a Quasimodo y besó su mejilla. Unos gitanos lo colocaron sobre una silla que cargaron entre cuatro y comenzaron a pasearlo por la plaza.
-¡Es el Rey! ¡Nuestro Rey! ¡Quasimodo! ¡Quasimodo! - exclamaba la gente.
Frollo sentía la rabia burbujear como ácido dentro de su pecho. Joannes se sentó, observando a su hermano de reojo, y luego bajó de las gradas de un salto, uniéndose a sus amigos de la Universidad, robándose unas frutas de un puesto de comida. A Quasimodo lo dejaron sobre una plataforma que daba vueltas y el chico le sonreía a la gente, lanzaba los brazos hacia el aire, celebrando de tener a toda Paris gritando su nombre.
-¿Les parece que es feo?- le preguntó Joannes a sus amigos.
Todos asintieron riendo. El pequeño Frollo sacó un tomate de su abrigo.
-¡Mirenlo ahora!- dijo y lanzó el tomate, que estalló en el rostro del Jorobado.
Los chicos rompieron a reír, mientras las demás personas se unían a aquella broma, lanzándole tomates a Quasimodo.
-¡Basta!- gritaba Mollié con desespero, intentando ir a ayudar a su hermano, pero la gente la empujaba y se reían también de ella. Los amigos de Joannes tomaron sus brazos, riendo mientras la pelirroja pataleaba para soltarse. Unos hombres ataron a Quasimodo a la rueda, y comenzaron a hacerlo girar, mientras la gente seguía lanzando tomates y riéndose de él.
Frollo lo veía iracundo, mientras Febo se ponía en pie.
-Señor, pido permiso para detener esto.-
-Un momento, capitán, una lección debe ser aprendida.-
Febo fue a decir algo más cuando todo el mundo calló y Fleur hizo que Febo se sentara.
Esmeralda había estado observando todo junto a Colette y Pierre y ahora subía a la tarima donde estaba Quasimodo, mientras Colette y Pierre separaban a Mollié de los amigos de Joannes. Pierre los había empujado, apartándolos, mientras Colette abrazaba a Mollié.
-¿Estás bien…?-
Mollié asintió repetidas veces, temblando.
-Gracias… mi...mi hermano…-
Colette apretó el abrazo. -Tranquila, mi hermana se encarga.- le susurró.
Mollié los observó agradecida.
Quasimodo se encogió, adolorido, cerrando los ojos cuando Esmeralda se acercó a él.
-Lo siento…-susurró, arrodillándose a su lado y deshaciendo el nudo con el que había atado el caderin a su falda. -Perdona…-
Con la tela del caderín comenzó a limpiar los rastros de tomate en el rostro del chico.
-Esto no debió pasar….-
Frollo, harto de aquella situación, señaló a Esmeralda y gritó con una potente voz enfadada.
-¡Tu! ¡Gitanilla! ¡Baja de ahí, inmediatamente!-
Esmeralda alzó la mirada hacia él y frunció el ceño. -Desde luego, su Señoría, en cuanto libere a esta pobre criatura.-
-¡NO TE ATREVAS!-
Esmeralda sacó una daga de su falda, cortando las sogas que ataban a Quasimodo.
-¡¿Cómo osas desafiarme?!- siseó Frollo, indignado.
Esmeralda pronto comprendió la situación. Ella conocía a Frollo por ser el hombre que más gitanos cazaba en la ciudad. Ella jamás había permitido que lastimara a su gente y ahora no permitiría que lastimara más al chico que estaba ahí montado por que ella lo hizo participar en la elección.
-¡Lastimas a este chico como maltratas a mi pueblo!- gritó, con la sangre hirviendo en sus venas, haciéndose oír en toda la plaza. -¡Pregonas justicia pero eres cruel con los que más te necesitan!-dijo aquello señalando a Quasimodo.
Frollo, quien odiaba ser desobedecido o desafiado, gritó sobre su voz.
-¡SILENCIO!-
Pero Esmeralda no se dejó callar.
-¡JUSTICIA!- gritó ella con más fuerza.
Un “ohhh” fue escuchado por toda la plaza. Esmeralda le dio la espalda a Frollo mientras ayudaba a Quasimodo a levantarse.
-Escucha mis palabras, gitana. Tú pagarás por esta insolencia.-
Esmeralda soltó una suave risa, le quitó la corona a Quasimodo e hizo una reverencia hacia Frollo.
-Creo que hemos coronado al bufón equivocado.- comentó, y sonrió más al ver el rostro de confusión de Frollo. -¡El único bufón que veo aquí, eres tú!-
Una sonora carcajada resonó por toda la plaza. Frollo se sentía humillado, ridiculizado, y no había más que él odiara que aquello, pues era un hombre de poder que se hacía respetar. Volteó a ver a Febo con una mirada dura y siseó:
-Capitán, arréstela.-
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A Los Pies De Notre Dame
Fanfiction1482, París. En esta ciudad, durante la era de las catedrales, una historia muy peculiar acontece, donde un par de gitanas, un poeta, un capitán, un jorobado, una huérfana, un juez, y unas damas de alta cuna se ven todos involucrados. Una historia...