Capítulo 10

147 7 0
                                    

Pierre había arrastrado a Colette por las calles de Paris lejos de los guardias del Rey, obedeciendo la orden de Esmeralda de irse de ahí apenas la gitana desapareció perseguida por los hombres de Frollo. Por fortuna, Pierre conocía las calles de Paris tan bien como Colette. Los dos chicos paseaban por la ciudad, riendo cuando no era huyendo de algún puesto de guardias.

Ambos caminaban por el borde del Sena, con la Catedral a sus espaldas, dirigiéndose al Norte.

-Este Carnaval a estado mucho más acontecido que el de los años anteriores.- comentó Pierre con una suave risa.

-Estoy de acuerdo.- acordó Colette. -Tu obra, mi hermana bailando, el Campanero de Notre Dame, mi hermana salvando el día, tu salvándome a mi.-

Ambos rieron. Pierre se tomó el atrevimiento de tomarla de la mano, pero ella no se quejó al respecto.

-¿Puedo preguntar donde vives?- inquirió el chico.

Ella le dirigió una cálida sonrisa. -No puedo decirte.-

El rubio alzó una ceja. -¿Cómo así?-

Ella se encogió de hombros. -No me dejan decir donde queda el campamento gitano.-

-Que pena.- comentó Pierre.-Me gustaría visitarte más a menudo.-

Colette se sonrojó, pero luego volteó a verlo, sonriendo nuevamente.

-Mi hermana siempre baila por las calles cercanas a Notre Dame, y como yo voy con ella, si vas a la Catedral, me encontrarás ahí.-

-Es bueno saberlo- comentó el chico. -Es coincidencia o es a propósito encontrar a un milagro de la Patrona de Paris cerca de su templo?-

Ella rió negando, no entendía el por que de la pregunta. -Supongo que no sería casualidad.-

El sonrió. -Entonces agradezco a Nuestra Señora por haberme concedido el milagro, a propósito, de haberte conocido.-

Colette, impactada, sintió su corazón desbocado y sus mejillas sonrojarse.

-Pierre… no se que decir…-

Él le dedicó su más hermosa sonrisa. -Di lo que sientas.-

-Pues, que yo también estoy feliz de haberte conocido.-

El poeta sintió como su corazón latía con fuerza, su piel se erizaba y su sonrisa se dibujaba más amplia en su rostro.

-Si es así, entonces vuelvo a dar gracias por el milagro.-

 

Ambos siguieron caminando, sonrientes, hasta que llegaron a un puente del Río cercano al Cementerio de París.

-Debo irme- comentó ella, apenada.

El rubio frunció el ceño. -¿Ya tan pronto?-

Ella asintió. -Mi hermano debe estar preocupado por Esme y por mi, no quisiera angustiarlo más.-

Pierre asintió, pues la chica tenía razón. Colette depositó con delicadeza un beso en su mejilla, lo que hizo al rubio sonrojarse, mientras la veía partir. Cuando Colette desapareció detrás de una de las casas de aquellas calles y cuando lo hizo, Pierre comenzó a caminar trás ella, pues no estaba tan dispuesto a dejarla ir tan fácilmente y no saber si volvería a verla; había algo en esa chica que tenía el efecto de un magneto en el poeta, y el chico tampoco estaba haciendo un esfuerzo por separarse y luchar contra ese efecto. Comenzó a caminar con paso firme, casi trotando y corriendo detrás de la gitana, por supuesto, escondiéndose de vez en cuando y dejando un espacio prudente, para que la chica no sospechara.

A Los Pies De Notre DameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora