Capítulo 14

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Quasimodo sonreía embobado con el talismán de Esmeralda entre las manos. Se lo había dado antes de desaparecer por una de las calles cercanas a la Catedral. Le había dicho que podía volver cuando quisiera y ella, sonriente, le había entregado aquel talismán como mapa para que él y Mollié pudiesen hallarla cuando la necesitaran.

-¿Qué fue lo que te dijo cuando te lo dio?- inquirió Mollié de nuevo. Ella había estado ahí, pero al estar más arriba vigilando que la guardia no se acercara a ellos, no había escuchado bien.

-”La iglesia es el lugar sagrado de los cristianos, los gitanos tenemos otro lugar. Si observas bien este talismán, seguro lo encontrarás”.-

Mollié soltó un bufido. -¿Y eso que quiere decir? ¿Qué ese collar es una llave para una catedral pagana?-

Quasimodo, aún con una sonrisa de enamorado, se encogió de hombros. -Ni idea, pero lo sabremos cuando llegue el momento de que lo necesitemos.-

El chico saltó y se encaramó a una de las vigas de madera, viendo por una ventana hacia afuera.

-Que hermosas estan las estrellas.-

Mollié salió a la terraza y asintió. -Es una noche para el amor ¿no crees?-

Quasimodo rió. -Esmeralda se ha convertido para mi en un ángel, Mollié. Es la única que se ha atrevido a darme un beso en la mejilla sin temblar ni temerle a mi feo rostro…-

La pelirroja alzó una ceja, sonriendo. El chico rió. -No me veas así, yo se que tu también me mimas, hermanita. Pero lo que digo es que ella… una completa extraña… fue tan bondadosa conmigo que no parecería ser una mujer más del montón.-

El chico seguía escalando y parloteando sobre la gitana, mientras Mollié lo observaba en silencio.

-Yo solo espero que Esmeralda no te parta el corazón, porque lo admitas o no, hermanito… tú estás enamorado.- susurró ella para sí con un suspiro.

-¡Esmeralda!-exclamaron los gitanos al verla llegar.

Ella hizo una elegante reverencia y sonrió divertida, acercándose a ellos. Todos comenzaron a dispararle preguntas sin parar: ¿Cómo te escapaste? ¿Te siguieron? ¿Tuviste ayuda? ¿Quién te ayudó? ¿Que te dijo Frollo cuando pediste asilo? ¿Y el capitán? ¿Cómo aguantaste tanto tiempo entre murallas? La chica hacía un enorme esfuerzo por contestar todas las preguntas al mismo tiempo, consiguiéndolo a pesar de lo difícil que resultó, pues nadie a su alrededor se callaba. Cuando todas las dudas fueron aclaradas, la gente comenzó a disperzarse. Clopin se acercó a la chica y ella corrió a sus brazos, abrazándolo con fuerza.

-Mi princesa…-susurró Clopin.

-Hermano.- susurró ella de vuelta, sin soltarlo.

Ambos se quedaron en silencio, entrelazados en un fuerte abrazo.

-¿Estas bien?- preguntó el gitano con cierta preocupación.

Ella asintió contra su pecho. -Sana y salva, ahora que ya estoy de vuelta en casa.-

Clopin besó su frente y se separó con suavidad. -Oye…-

-¿Si?-

-Hay algo que tienes que saber.- comenzó él, rascándose la nuca, un síntoma de nerviosismo en Clopin.

-¿Qué sucede?- inquirió ella, ladeando la cabeza y observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación, pues era raro ver a Clopin nervioso y ella lo sabía mejor que nadie.

-Pues…-
-¡ESME!-

El gitano fue interrumpido por Colette, quien corría con fuerza hacia ellos. La gitana giró y rió con ganas al ver a la pelinegra.

A Los Pies De Notre DameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora