Capítulo 11

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Esmeralda danzaba en una habitación a oscuras, alrededor de una fogata. Llevaba un traje donde una corta camisa le cubría el pecho, dejando su plano abdomen al descubierto, más una corta falda que también dejaba entre ver sus esculturales piernas. A sus hombros y muñecas iba sujetada una larga tela roja, y su cuerpo estaba cubierto de collares, pulseras, y pedrería dorada y roja. Su cabello castaño iba suelto, el brillo de su piel dorada aumentaba por la luz de las llamas, y sus ojos verdes centelleaban tanto como las chispas que soltaba la fogata. Una música que salía de la nada envolvía a su grácil figura, mientras ella no paraba de moverse. Sus carnosos labios ahora pintados de rojo, se abrieron y una especie de niebla roja rodeó el lugar.

-Febo…- susurró ella, desapareciendo entre la bruma, quedando solo visibles sus ojos verdes.

 

El Capitán sintió el contacto del agua fría en su rostro, mientras se restregaba la cara frente a un espejo. Una vela brillaba a su lado y por la ventana se filtraba la luz de la luna, y el frío otoñal y nocturno de Paris. El rubio soltó un suave jadeo, volviéndose a ver al espejo, cuando en el cristal observó la figura de Fleur incorporándose en la cama.

-¿Estás bien, mi amor?-

-Si, lo estoy. No es nada.- respondió el hombre.

-¿Qué sucede?- inquirió ella, preocupada.

-Una pesadilla.- contestó Febo. “Bueno, una pesadilla realmente agradable” meditó mientras tomaba la vela y volvía a su cama, dejando la vela a un lado y metiéndose de nuevo bajo las sábanas con su mujer.

Fleur, con cautela, puso una de sus manos en la frente de su marido.

-No tienes fiebre.- comentó ella.

-Menos mal.-

Febo tomó la mano de ella y la besó con dulzura, mientras cerraba los ojos y la apoyaba en su mejilla, sin soltarla. Ella sonrió con suavidad, acurrucándose contra él y el rubio pasó sus brazos sobre ella, abrazándola contra sí.

-Descansa.- susurró Fleur.

-Tu igual.-

El capitán volvió a quedarse dormido, abrazando a su esposa, aunque sin saberlo, cuando estaba hundido en lo más profundo de los sueños, una palabra salió de sus labios que hizo a Fleur abrir los ojos con espanto.

-Esmeralda…-

Febo despertó con el resplandor de todas las velas de la habitación estaban encendidas, la ventana cerrada y Fleur de pie frente a él observándolo con una mirada asesina.

-Febo de Chateaupers.-

El rubio se rascó un ojo, soltando un bostezo, sin entender que sucedía. -Fleur Liérnade… ¿Qué hora es?-

-Eso no es lo importante ahora.- siseó la chica. -¿Quien es ella?-

Él alzó una ceja. -¿Quién?-

Fleur soltó un suspiro de exasperación. -¡Esmeralda!-

El capitán se rascó la nuca. -La gitana que el Juez Frollo me envió a arrestar.-

Fleur lo vio con incredulidad. -¿La bruja gitana de la plaza que defendió al deforme del campanero?-

Febo asintió. -La misma…-

Fleur lo fulminó con la mirada. -Dime que la arrestaste.-

El negó. -Ella pidió asilo en Notre Dame. ¿No te lo conté durante la cena…?-

Su esposa lo interrumpió con una exclamación de frustración y desespero.

-¡¿POR ESO SUEÑAS CON ELLA?!-

Febo fue quien la observó con incredulidad ahora.

-¿Soñar con ella…?- “¿Cómo supo?” pensó él. -Fleur ¿De qué estás habland…?-

-¡Hablas dormido, Febo! ¡Y te escuché susurrando su nombre!-

El capitán sintió que le habían echado un balde de agua fría encima.

-Mi amor, yo…-

-Estoy esperando una explicación.- comentó Fleur, con el mentón en alto.

-Ella no es nada, simplemente puede que haya soñado con ella por que me tiene estresado no haberla atrapado hoy.-

La muchacha no lucía muy convencida. -Hermosa, por favor, acuéstate y vamos a dormir. Te aseguro que no es nada, ni siquiera recuerdo haber susurrado eso, ni soñado con ella.-

Fleur se cruzó de brazos, sin moverse de su sitio. -Se perfectamente cuando me mientes, Febo de Chateaupers.-

A Los Pies De Notre DameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora