Me despierto aturdida. Un dolor punzante me recorre la cabeza. Me llevo la mano al lado derecho y luego la observo, un líquido pegajoso y oscuro se me pega a la mano. Sangre... Tengo que salir de los túneles. No me detengo a ver el estado en el que ha quedado la habitación.
Avanzo palpando la pared, el túnel está totalmente a oscuras, tanto, que ni siquiera puedo ver mi mano cuando la pongo frente a mis ojos. La cabeza me palpita y las paredes me dan vueltas. Noto el agua fangosa bajo mis botas. Al poco de comenzar a andar de nuevo, mis botas se quedan encalladas con cada paso, una de ellas se queda atrapada en el fango. Forcejeo con el barro del fondo hasta que consigo liberar mi pie, dejando atrás la bota derecha. Agarro el walkie y lo enciendo. —Marcos. ¿Marcos me oyes? Marcos—. Solo se escucha el ruido del aparato. Nadie responde al otro lado.
Venga dichoso aparato. Funciona.
—Marcos. ¿Estás ahí? Marcos.
Me detengo en varias ocasiones, el mareo, el dolor de cabeza y el olor a agua estancada me están provocando nauseas. Doy un par de pasos más y caigo de lleno en un desnivel cubierto de agua.
Mierda.
Pataleo para intentar salir a la superficie. Apenas hay espacio entre la superficie del agua estancada y del techo, abro la boca en un intento desesperado por respirar, pero solo trago agua fangosa. Al fin consigo tocar el suelo y poco a poco el agua va desapareciendo. Cuando salgo por completo tomo una bocanada de aire, y toso intentando escupir el agua fangosa que he tragado.
Cuando hemos entrado no había tanta agua en el túnel. Joder. ¿Me habré equivocado de túnel?
Una sola idea se me pasa por la cabeza junto a la de salir de este lugar tenebroso.
Mi hijo.
Tengo que saber que mi hijo está bien.
Tengo que ir a buscarlo, tengo que encontrarlo.
Tengo que salir de aquí, o nadie me encontrará nunca...
Me aferro a la pared de mi izquierda y volviendo a palparla avanzo despacio.
A oscuras avanzo como puedo hasta que tropiezo con algo y caigo de boca. Pongo las manos por delante y mi muñeca derecha cruje al recibir todo el peso de mi cuerpo.
Palpo a ciegas el suelo. Un escalón.
Me pongo de pie y es entonces cuando me doy cuenta al echar a andar que mi tobillo también ha recibido el golpe de la caída.
Fantástico.
Me quito la bota izquierda y me palpo el tobillo. Parece que se está empezando a hinchar. Solo con rozarlo envía una corriente de dolor por toda la zona.
A oscuras, descalza y cojeando subo con cuidado y dolorida los escalones hasta darme de bruces con una puerta.
Coloco las manos sobre ella intentando encontrar el pomo o alguna manera de abrirla. Pero nada funciona. No puedo ver ni encontrar nada que me sirva.
Tengo que salir de aquí cuanto antes. Tengo que encontrar a mi hijo. Tengo que saber que está bien. Vamos, ábrete.
Ábrete, maldita puerta.
Al tercer empujón, la puerta cede y se abre de par en par. Tengo que dar un traspíe para no caer de boca contra el suelo otra vez. El aire es fresco y huele a piedra fresca y húmeda. Estoy cerca de la superficie.
Miro alrededor. Una habitación amplia, con una mesa de madera gruesa en el centro y sillas nobles con reposabrazos tallados alrededor de ella. Dos cuadros adornan las paredes de piedra, La Virgen de la trinidad y María Magdalena. Al otro lado de la habitación un armario con vitrinas de cristal. Frente al mueble una puerta. Me abalanzo sobre ella y estiro del pomo.
No se abre. Cerrada.
Me giro y observo la vitrina.
Puede que la llave esté por aquí, en algún lado...
Abro el mueble y rebusco entre las estanterías.
Varias copas de metal caen al suelo. El tintineo que hacen contra el suelo me aturde. Con el codo tiro sin querer una bandeja y un pequeño ornamento.
Su sonido es más estrambótico que el de las copas. Del ornamento al caer se escapa una llave de hierro.
Esta debe ser.
Me tiemblan las manos al agarrarla. Me vuelvo a abalanzar sobre la puerta y la abro.
El dolor de cabeza empieza a ser más fuerte. Por un momento veo borroso, parpadeo un par de veces y a la tercera los aprieto un poco. Cruzo la puerta.
Bancos, multitud de bancos a mi izquierda y un altar a la derecha.
Estoy en una iglesia.
Un pinchazo me recorre lacabeza y todo se vuelve a quedar negro.
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El Ladrón de corazones
Mystery / ThrillerVíctor es un joven inspector de policía al que la vida no le ha tratado muy bien. Un asesino en serie meticuloso y que no deja pista alguna tiene a la ciudad de Úbeda sumida en la incertidumbre y el miedo. La llegada de Alba a la vida de Víctor la...