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♡∙ 𝘆𝘂𝗺𝗺𝘆 ∙♡
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Diez minutos antes de las 4:00 y ya me encontraba sentada en el sofá de la sala principal, tenía las piernas cruzadas –y apretadas– de los nervios. Revisaba mi inicio de instagram cuando un pequeño mensaje tapa la parte superior de la pantalla: noah<3: estoy cerca, ¿estás lista?; respondí con un síp y como alma que lleva el diablo me levanté del sofá, corrí al refrigerador, saqué una botella con agua y una cajita. Apuré más el paso, metí las llaves en mi bolsito, abrí y cerré la puerta. Al voltear mi mirada hacia la izquierda vi venir el auto de Noah.
Fue frenando hasta quedar en toda la mitad del camino del porche de mi casa hacia la calle. Bajó la ventana del lado del copiloto, bajó un poco su cabeza y me sonrió de esa manera que me pone a temblar las piernas.
— ¡Ahí estás!
— ¡Síp, aquí estoy! –dije a mitad del caminito.
— A ver, una vuelta. –pidió.
Tal como lo pidió, la di un triz rápido, alzando un poco mis brazos. — Oops. –reí al ver cómo el mismo viento generado por la vuelta alzó mi vestido.
— Eso era lo que quería ver. –dijo, abriéndome la puerta.
— ¿Sólo eso?
— No, no sólo eso... –tomó mi cintura, dejó un beso corto en mis labios y subió sus manos hasta las mías para tomar así lo que tenía en ellas– Vamos, linda, sube.
Subí, le indiqué que ya podía darme las cosas y así hizo. Cerró la puerta delicadamente pero lo suficiente fuerte para que quedara bien cerrada. Giré mi torso un poco a la derecha después de dejar la botella, el bolso y la cajita en mis muslos, para tomar el cinturón de seguridad y ponérmelo. A lo que giro de nuevo, Noah ya está sentado poniéndose el suyo; río por ello y él me sonríe de vuelta.
— Estás preciosa. –dijo mirándome fijamente.
— Gracias, tú igual. Muy guapo. –le lancé un beso.
— Prefiero que me lo des, eso de lanzar... Se pueden perder en el camino y –mi risa lo interrumpió y seguido, lo besé.
— ¿Contento?
— Se puede decir que sí.
— Ah, ¿se puede decir que sí? –hice comillas con los dedos.
— Pues, digamos que me encantarían más... –hizo una mueca.
— Uhm, luego te los doy. Ahora vamos, que estoy ansiosa por saber a dónde me llevarás.
— Oh, te va a encantar.
Arrancó y emprendimos camino al dichoso lugar. En el camino iba escuchando sus piropos y luego decidimos escuchar canciones con ritmos suaves, tropicales; canciones perfectas para el ambiente. En los semáforos siempre nos hacíamos caricias el uno al otro, nos tocábamos la cara, las mejillas, el cabello, él tocaba mi muslo, yo le hacía bop en la punta de su nariz... Vivo por estos momentos, me hacen sentir tan feliz.
Veía cómo conducía con una sola mano y ese pequeño acto me hacía sentir muchas cosas dentro de mi cuerpo, cosa que por reflejo me hizo apretar los muslos de manera notoria y un poco abrupta. Vi a Noah mirarme de reojo, posó su mano en la mitad de mi muslo izquierdo y lentamente empezó a acercarla hasta esa parte.