Capítulo XVII

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* Tenemos que admitir cuando alguien jode la relación *

Joaquín y Carlo dejaron a Nikolas en su casa, para después partir al hogar del menor; el cual le dijo que llegando a la casa lo ayudaría a curar sus heridas.

El recorrido fue silencioso, no era para nada incómodo, ambos se sentían bien, el por fin tener un momento en paz... En el cual se podían relajar, pensar en cosas y no sentirse obligado a responder algo.

Cuando nosotros queremos un momento de paz, es difícil encontrarlo, normalmente estamos ocupados: En tareas, en exámenes, en compras, en mil cosas más pero no estamos ocupados en darnos un momento de tranquilidad. Es bien dicho que después de la tormenta viene la calma, pero también aplicará si después de la calma viene la tormenta, es algo de que pensar y muchas veces lo ignoramos por vivir un momento de bienestar.

- Joaco, no es necesario que me cures en tu casa, te dejo en la puerta y me voy a mi departamento, no quiero molestar - no quería que el menor estuviera cerca, pues su celo se acercaba.

— Trata de no volverme a llamar así, no me gusta. Y no te dejaré solo, yo puedo curarte.

— Cariño, te agradezco que quieras ayudarme, pero por favor no vayas... Mira ya llegamos a tu casa, en unas horas vengo a disculparme con tu familia por la suspención de dos semanas — besó la frente del castaño para empezar a caminar hacia su departamento.

— Pero que terco eres, ya estamos aquí, no pidas disculpas pero déjame curarte.

— Tú también eres terco, pero está bien.

Ambos entraron al hogar del chico, dejando mochilas en el suelo de la entrada. Joaquín lo llevó a su habitación para poder curarlo rápido con el botiquín que tenía en su cuarto de baño.

— Pueda que te arda mucho.

Carlo miraba como un algodón era mojado con alcohol No.96 y en su otra mano tenía otro algodón seco. Obviamente Joaquín se lavó las manos y se las desinfectó, al igual que sabía que hacer, su madre le había enseñado.

— Puedo soportarlo — empezó a quitarse la playera.

— Eh, sí.

Joaquín intentaba concentrarse en las heridas que tenía enfrente de él. Empezó por la espalda, en total eran seis rasguños muy marcados y sucios, después de limpiarlos, Carlo le dijo que las heridas que tenía en el pecho y abdomen podía curarlas en su casa pero Joaquín se negó, le pidió que se diera la vuelta para poder seguir.

— Bueno, ehm... Hay un motivo por el cual no quería que fueras a mi casa, es porque mi celo es pasado mañana y sé que el tuyo inicia el mismo día, no quería que fueras ya que me sería difícil dejarte ir, pero bueno... Estando aquí, la ventaja es que tu padre me puede echar fácilmente.

— Me hubieras dicho eso en vez de provocarme — se sonrojó y su aroma empezó a soltarse — ¡No me refería a nada sexual! Digo qué, n-no me hagas caso.

— Tranquilo, no pasa nada. Veo que ya terminaste, gracias, ¿Tus papás a qué hora llegan? se volvió a poner su playera.

— Llegan en treinta minutos.

— Bueno, en lo que llegan quiero hablar contigo, y no quiero mentiras. ¿Vale?

— Está bien, ¿Qué pasa?

Carlo tomó la mano de Joaquín para cambiar hasta la cama del anterior mencionado, el menor sentándose en la cama y Carlo en la silla del escritorio del castaño.

— ¿Aún te sigue gustando Emilio? ¿Realmente quieres una relación conmigo? ¿Me estás usando para darle celos a Emilio? Estás y más preguntas me están liando mucho, quiero respuestas.

Un silencio abrazó la habitación, no sé escuchaba nada más se sus respiraciones.

— No creo que sea bueno responder cuando nuestros celos se acercan.

— Vamos a estar separados por una semana, ¿Acaso pensabas que la íbamos a pasar juntos?

— No, no pensé eso... No quiero que la respuesta nos altere o algo pase con nuestros animales.

— Entonces es un sí, aún lo amas, no quieres nada conmigo que no sean sólo provocaciones al Alfa de él, gracias por las respuestas indirectamente — no lo negaría, le dolía mucho saber las respuestas pero le dolía más que Joaquín no tuviera el valor de decirlo.

Ambos animales internos de los chicos se sentían ofendidos, uno por ser usado y no tener valor de enfrentarlo, pero el otro se sentía mal por ser cuestionado y no saber cómo responder.

— Parece que tus padres han llegado antes, su carro acaba de llegar — se levantó y caminó rápido para poder acabar con toda esa tensión.

Sin hablar ninguno de los dos, bajaron y tomaron sus mochilas en la espera de la entrada de los mayores.

— Yo sí te amo Carlo... — su frase fue interrumpida con el sonido de la puerta abierta.

— ¡Carlo! ¿Qué te pasó?

Ambos adultos miraron muy preocupados al pelirojo, quién procedió a contar todo muy resumido, omitiendo algunos datos. Al terminar pidió perdón a sus mayores, entre más palabras terminaron por dejar pasar la situación, diciendo que no era culpa de los jóvenes y que era normal cuando los animales toman el control. Se despidieron y Carlo salió rápido de la casa, siendo seguido por Joaquín.

— Déjame solo, por favor.

— No, tenemos que hablar.

— ¿Qué me tienes que decir? ¿Qué amas a los dos? Si es eso mejor déjame ir, necesito prepararme para mi celo.

Joaquín no dijo nada, dejó que Carlo se fuera a su hogar, pues sentía que era toda su culpa, había lastimado a la que posiblemente sería la única persona que lo amaba después de todo lo que había vivido.

— Joaquín, tenemos que admitir cuando alguien jode la relación.

Fue lo último que escuchó el castaño por parte de Carlo. Después de ese día ya no volvieron hablarse durante su tiempo de celo.

Un Beso De Amor [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora