Capítulo 2.

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Pov Horacio

Me llevé una gran sorpresa al encontrarme a Gustabo fuera de casa, esperándome para ir a trabajar. Pensé que tendría que llamarle e ir a buscarlo yo mismo.
No disimulé mi asombro al entrar en su auto y le dediqué una sonrisa.

— Joder que has madrugado, ¿Eh? — lo miré atento.

— ¿Has flipado, no? — me preguntó con una sonrisa, arrancando de inmediato camino a comisaría.

— La verdad que sí — no tardé en encender la radio y sintonizar un tema animado para así despertar mejor.

— Hoy me levanté con ganas de meter cabrones en el calabozo, tío — Dijo pensando en alto, logrando que ría un poco por su motivación.

De repente la figura de aquel nuevo comisario me vino a la mente y no pude evitar que mi corazón diera un vuelco.

— ¡Joder, Gustabo! — exclamé al recordar que debía de contarle aquello — Que ayer cuando te fuiste conocí a un comisario y me he enamorado —

— Venga, Horacio, no me jodas — negó un poco con su cabeza y luego le bajó el volumen a la radio.

— En serio, te lo digo. Es fuaa… guapísimo — comenté recordando aquellos ojos azules clavados en los míos, robándome el aire.

— Tú siempre te enamoras, luego se lían, te aburres y se te pasa — Dijo con desgano, sin siquiera disimular un poco de delicadeza.

— Gustabo, que esta vez es diferente. Lo he sentido en el pecho — le insistí mientras llevaba una mano a señalar donde estaría mi corazón.

— Siempre es así, ¿O no? — sonó aún con desgano.

— No...— negué un poco.

Bajé la cabeza y comencé a jugar con mis dedos, tal vez él tenía razón. Como siempre.

— A lo mejor tienes razón, tú sólo… sólo no dejes que te hagan daño, ¿Vale? — Habló suavemente.

Levanté la vista para verlo y me dedicó una amplia sonrisa, se la devolví y agradecí en mis adentros el tener a un mejor amigo como él. A fin de cuentas, siempre terminaba apoyándome.

Llegamos a Comisaría y lo primero que hicimos fue ir a ponernos nuestros uniformes. En el vestidor el resto de nuestros compañeros nos saludaron y se presentaron de a uno, ya que no habían alcanzado a hacerlo el día anterior.
Nos encontrábamos en un agradable bullicio de risas y comentarios de uno a otro, acompañado de sonrisas y bienvenidas hacia mí y Gustabo.
De un momento a otro se formó un inminente silencio al escucharse la puerta.
Mi vista fue hacia allí encontrándose con los dos comisarios y el superintendente adentrándose al lugar y dirigirse a sus taquillas.

Nuestros compañeros saludaron de inmediato y luego dejaron los vestidores en un santiamén, dejándonos a Gustabo y a mí con los superiores.

— Buenaaaaas— saludé enérgico mirando a Conway, a Greco y luego a Volkov. Mi vista se quedó clavada unos segundos en el ruso tan atractivo.

— Buen día, chicos — devolvió el saludo Greco.

— Ajám — me respondió el super, para luego acercarse a mí y llevar sus manos a mi camisa para así comenzar a arreglarme el cuello.

Me quedé quieto mientras papu me arreglaba el uniforme y sentí mi cuerpo llenarse de nervios cuando noté que Volkov me miraba con detenimiento. El tiempo parecía haberse detenido, me había puesto tenso tan sólo con su mirada.

— No aprendes eh — escuché a Gustabo dirigirse a mí, lo cual hizo que me sintiera más tranquilo.

— Es difícil, Gustabo — reproché, él sabía que nunca había usado un uniforme así antes, era como muy formal o algo.

¿Trato? ~ [ Volkacio ] ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora