Capítulo 12.

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Pov Normal

Esa noche Volkov tuvo mucho tiempo para pensar, ya que Horacio se había ido justo después de su turno de trabajo con Gustabo y el Superintendente a cenar a la vivienda del último.

El ruso se encontraba sentado en su sofá con un vaso en la mano, el cual contenía su bebida alcohólica predilecta.
Unos tragos de vodka siempre le venían bien cuando le tocaba ponerse a pensar.

Y es que por más que lo intentaba, no podía quitarse a Horacio de la cabeza. Su coquetería, su amabilidad, su ternura, ¿Qué cosa de él le gustaba más?
Sin darse cuenta, su mente en vez de buscar soluciones se dejaba llevar por las cualidades de aquel alumno.

La imagen de su sonrisa se visualizó en sus recuerdos, sin duda era la más dulce que había visto jamás.

Sacudió un poco la cabeza y quiso pensar en otra cosa.

"Comisario"

La seductora voz de Horacio resonó en su cabeza, llegando acompañada de varias imágenes mentales bastante subidas de tono.

Recordó al de cresta gemir en alto y derretirse ante su tacto, temblar bajo sus besos y lamidas. Cerrar los ojos y dejarse llevar por él.
Sudado, jadeando, casi rogándole por más, sujetándole la espalda con fuerza e incluso dejándole algunos rasguños en su blanca piel.

"Comisario"

Lo volvió a escuchar, su respiración era agitada y gemía con cada estocada. Disfrutaba cada una, arqueaba su espalda, dejaba a la vista su perfecto cuerpo y parecía que su morena piel pedía a gritos ser mordida, marcada por él. Sólo por él.

— ¡Joder! — se exasperó Volkov, dándose cuenta que ahora además de estar pensando en el menor, estaba muy acalorado.

Y le jodía muchísimo, porque sabía que no podía esperar para volver a acostarse con él.

"Debe ser por el vodka" se permitió pensar, mintiéndose a sí mismo para luego dejar el asunto e irse a dormir de una vez.

Se despertó antes de que su alarma sonara por una llamada entrante en su teléfono.
Al ver el nombre del Superintendente en la pantalla no tardó en atender.

— Diga, Conway — trató de sonar algo despierto.

"Volkov, ¿Tienes llaves de mi casa?" — preguntó el mayor del otro lado del teléfono.

— Claro, Conway. Tengo una copia — respondió más atento el ruso.

"Vale, necesito que pases a buscar a Horacio antes de ir a comisaría" — pidió el Superintendente — "Yo estoy de camino a Comisaría del Norte a buscar unos papeles y no quise despertarlo tan temprano"

— ¿Cómo? No me joda, que se tome un taxi — bufó el comisario ya molesto de que le interrumpieran su sueño.

"Es una orden, capullo" — habló con autoridad el superior antes de cortar la llamada.

Víktor se incorporó un poco sentándose en su cama y soltó un suspiro cansado.
Cada vez le jodía más el favoritismo que el Superintendente tenía por el de cresta.

Dejó salir un bostezo y luego se levantó de una vez para así tomarse un baño rápido y alistarse como lo hacía cada día para ir a trabajar.
Una vez estuvo listo, buscó en un cajón de su habitación la llave de la casa de Conway, era una copia que tenía hace años por cualquier cosa que pasara.

Se dirigió hasta el garaje de su edificio y se subió a su automóvil, ya preparado para empezar aquel día de la forma más inesperada.

No tardó mucho en llegar a la casa de su jefe, estacionó su vehículo frente a esta y se bajó bastante de mal humor.
Buscó en su bolsillo la llave que antes había agarrado en su departamento y prosiguió a ingresar a la vivienda.

¿Trato? ~ [ Volkacio ] ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora