Capítulo 9.

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Pov Horacio

Ya dos semanas y media habían pasado del mes que me tocaba patrullar con Volkov. Y es que realmente no sabía de qué forma acercarme más a él.
A pesar de haber accedido a pasar a mi casa una noche, nunca aceptaba por más que le insistía cuando estábamos frente a mi puerta.
Sí que su carácter conmigo había aflojado, almenos ya no se enfadaba conmigo por todo y me dejaba llenarle el auto patrulla de dulces.

Esa mañana aparecí en comisaría con un nuevo look, había teñido mi cresta ahora de color blanco. Y no es por presumir, pero a nadie se le vería mejor.
Gustabo se había sorprendido al verme y no tardó nada en decirme que me veía guapísimo, sin dudas siempre me daba mucha seguridad con sus palabras.

Juntos nos cambiamos en los vestidores como siempre y cuando Greco se nos unió, nos pusimos a hablar de los atracos del día anterior, de lo bien que habían salido y el comisario nos comenzó a aconsejar sobre algunas cosas, tal como siempre solía hacer.

Estaba terminando de abrochar mi camisa cuando Volkov apareció por la puerta dirigiéndose directamente a su taquilla y comenzar a ponerse su pistolera.

— привет — saludó con su típica seriedad.

Todos le devolvimos el saludo y luego continuemos hablando, sin embargo mi vista estaba clavada en el ruso a metros de mí.
Abotoné el último botón de mi camisa y desvíe la mirada al notar que Volkov había puesto su vista en mí con mucha atención.

Di un paso hacia Greco e iba a abrir la boca para hablarle, pero me interrumpieron.

— Horacio — Volkov me llamó y le observé curioso enseguida — Acérquese — habló ahora en tono de orden.

Sin dudarlo caminé hasta quedar frente a él.
De reojo vi a Gustabo codear a Greco y que ambos se salían del lugar dejándome solo con él.
Joder, menudos perros.

— ¿Qué sucede, Comisario? — pregunté con una sonrisa, esperando que notara mi nuevo pelo.

— A ver si ya aprende a acomodar bien su puta camisa — me contestó en un tono molesto, para luego llevar sus manos a mi prenda y comenzar a acomodarla.

Temblé ante su tacto, sus manos eran tan suaves y me tocaban con tal delicadeza que no podía creerlo. Quise observar a sus ojos, pero sus lentes estaban de por medio y comencé a sentir mis mejillas acalorarse, así que bajé la mirada un poco tan sólo esperando que terminara con lo que estaba haciendo. Y por dentro agradecí ser tan inútil para algunas cosas como para usar correctamente un uniforme.

— ¿No va a decir nada? — me preguntó de la nada, haciendo que me sobresalte.

— Gracias, Comisario — respondí, para buscar su mirada otra vez y mostrarle una animada sonrisa.

— No lo hago para que me agradezca, si va a patrullar conmigo al menos debe usar su uniforme correctamente — dijo terminando lo que hacía y cruzándose de brazos.

— Vale, pues la próxim- — iba a contestarle algo cabreado pero me interrumpió alzando la voz por encima de la mía.

— Su compañero de binomio soy yo, pero ya le veía irse a pedirle ayuda a Greco, ¿O me equivoco? — su voz sonó alta y parecía molesto.

— … — no supe qué responderle ya que no terminaba de comprender lo que acababa de decirme.

— Usted todas las mañanas pasa por manos del que tenga cerca — Volkov seguía sonando molesto y yo no entendía nada.

Se formó un silencio de repente y por alguna razón sentí que había perdido esa discusión, lo que me hizo fruncir el ceño.

— Vale, entonces desde ahora iré desarreglado y ya está — sentencié en un tono de enfado, para luego irme de allí pisando fuerte y con rapidez, cortando aquella conversación con el comisario.

¿Trato? ~ [ Volkacio ] ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora