Capítulo 8.

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Pov Horacio

La primera semana patrullando con Volkov pasó más rápido de lo que me hubiera gustado, pero es que cada vez que estaba con él, el tiempo se iba volando.
Cada segundo que pasaba a su lado se veía más guapo. Incluso con su rostro serio y sus miradas llenas de enojo, realmente me gustaba mucho.
Moría de ganas de probarlo, pero no me daría una oportunidad fácil, eso era más que seguro.

Ese día el Superintendente nos regañó a todos cuando llegamos, nos gritó muy cabreado que nos subamos a nuestros patrullas y que vayamos directamente a la playa, que nos tocaría entrenar muy duro.

— Joder, que se enojó el super — dije riéndome un poco en el coche patrulla, ya que me daba gracia el recordar a papu enojado.

— Razones tiene — me contestó Volkov mientras manejaba, ya nos faltaba poco para llegar.

— Escucharlo gritar tan temprano da dolor de cabeza — comenté masajeando un poco los lados de mi frente.

Abrí la guantera del auto y saqué un caramelo, volví a cerrarla y le quité la envoltura para luego llevármelo a la boca.
Escuché al comisario soltar un suspiro de molestia que ya conocía muy bien, solía hacerlo cuando algo lo enfadaba. Volteé a verlo y me encontré con su mirada de desaprobación sólo un momento, únicamente porque volvió la vista hacia el camino.

— ¿Puede decirme por qué coño hay dulces en la guantera de mi auto patrulla? — me preguntó en aquel tono de enfado que solía usar.

— Porque usted no me deja bajar a comprarlos cuando estamos de servicio — le contesté respondiendo lo obvio — ¿Quiere uno? —

— No, Horacio. Lo que quiero es que no ensucie mi patrulla — contestó a la vez que fruncía el ceño.

— ¿Le digo algo, Comisario? — le pregunté, y al no obtener respuesta seguí hablando — Si usted fuera algún dulce, sería algo con menta —

— ¿Menta? — me miró un momento y yo asintí — Olvídelo, no quiero saber —

— ¿Seguro? — le miré con ganas de seguir la conversación.

— Seguro — le escuché decir, para luego estacionar frente a la zona de la playa junto a otros patrullas — Mejor bájese de una vez y vaya a la fila con sus compañeros — me ordenó autoritario.

— 10-4 — asintí con desgano, ya que me estaba gustando mucho hablar con él.

Minutos después, estábamos todos los alumnos y oficiales en una fila sobre la arena esperando órdenes, frente nuestra estaban los comisarios y el superintendente.

— Pensar que por culpa del resto tenemos que comernos esto — me susurró Gustabo con enfado.

— Es cierto. Pero venga, que el ejercicio no nos va a hacer mal — traté de convencerle de estar de buen humor, a ambos siempre nos gustó ejercitarnos bastante.

— A que les ganamos a todos estos payasos — me dijo de repente con una sonrisa maliciosa.

— ¿Tú crees? — le pregunté aún por lo bajo para que no nos regañaran.

— Por supuesto ¿Les mostramos que somos los mejores o qué? — me propuso poniendo una sonrisa desafiante.

— Vale, vale — le sonreí cómplice.

Papu dio un paso al frente y todos nos quedamos en silencio.

— ¡Bien, nenazas! El primer grupo me seguirá en filas hasta el final de la playa, ida y vuelta — ordenó alto y claro, señalando a los que iríamos con él — y el segundo grupo se quedará haciendo flexiones hasta que el primer grupo regrese — señaló ahora al resto.

¿Trato? ~ [ Volkacio ] ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora