Capítulo 11.

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Pov Normal

Horacio se le acercó peligrosamente, haciendo cada vez menor la distancia entre ambos, junto con aquella característica sonrisa y esa mirada que sin duda en muchas ocasiones lo ayudaban a conseguir lo que quisiera.

Volkov dió un paso hacia atrás más que nervioso y colocó ambas manos en el pecho del menor, frenándolo y evitando así que terminara de deshacer la distancia que los separaba.

— Hay condiciones — sentenció el ruso, mirándole a través de sus gafas y manteniendo su postura.

Horacio lo miró entre curioso y confundido, para luego asintir suavemente sin dejar de sonreírle.

— Le escucho — dijo el menor, atento a sus siguientes palabras.

— Vale — Volkov soltó un suspiro y relajó su postura, cruzándose de brazos para sentirse más cómodo.

— … — el de cresta observaba cada movimiento ajeno, simplemente contemplando la imagen de aquella persona que se moría por probar.

— Primero — comenzó a enumerar el superior — No puede besarme. Definitivamente no puede — Víktor remarcó sus palabras grabándoselas también en su propia cabeza, repitiéndose que no podía y no debía hacerlo — Segundo. Nadie puede enterarse. Absolutamente nadie —

— Mmm, ¿Algo más? — preguntó Horacio, el cual no estaba del todo de acuerdo con aquello, pero que el contrario estubiera accediendo era ya demasiado pedir al paso al que iba. Ya vería cómo conseguir el resto después.

— Una cosa más — respondió el ruso — No puede dejar ninguna marca, no quiero verme desaliñado en el trabajo de ninguna manera —

— Vale. Pero ya que esto es un trato, yo igual tengo condiciones — dijo Horacio, logrando que el adverso le dedicara una mirada no muy convencida.

— … — Víktor asintió en señal de que le oía y prosiguió a quitarse las gafas un momento para tratar de observar mejor al menor y percibir sus intenciones.

— Son sólo dos cosas muy sencillas que no le sacarán el sueño — se apresuró a decir el de cresta al notar la seriedad ajena — Uno — comenzó a enumerar con los dedos — No me trate de "usted" cuando estemos... Bueno — levantó otro dedo mostrando ahora dos de ellos — Y dos... No puede dormirse en mi cama —

Volkov lo miró con confusión un momento y no se calló su duda.

— ¿Por qué me dormiría en su cama? — preguntó mirando la postura relajada que había adoptado el menor.

— Eso no importa, ya he dado mis condiciones — Horacio extendió su mano derecha al comisario y le sonrió expectante — Mientras usted cumpla mis condiciones, yo cumpliré las suyas... ¿Trato? —

— … — Volkov volvió a pensar si realmente estaría haciendo lo correcto, y aunque seguramente más tranquilo podría haber encontrado una mejor solución, en ese momento extendió su diestra y le dió un apretón de manos a su alumno — 10-4 —

Antes de deshacer el contacto con la mano ajena, Volkov sintió cómo Horacio lo jalaba aprovechando en agarre y quedaba muy cerca suyo.

Lo siguiente que sintió fue el cuerpo del menor apegarse al suyo sin reparo alguno, una mano ajena se posicionó en su espalda acariciándola y recorriéndola con suavidad. Aún por encima de la tela de su camisa, Volkov sentía su cuerpo tensarse por aquel tacto.
Horacio dirigió su otra mano a la nuca del comisario, enredando sus dedos en aquellos grises cabellos, a la vez que sus labios acariciaron el suave cuello del mayor.
Se dedicó a respirar el aroma varonil de aquel perfume que usaba el ruso, tan sólo se quedó quieto grabándose ese momento en la cabeza. La tibieza bajo sus labios lo tentaban a besar y morder aquella delicada zona del adverso, sin embargo se contuvo y se quedó quieto.
Ya que Volkov todavía no reaccionaba y se mantenía sin mover ni un músculo, Horacio tan sólo sentía el cuerpo ajeno muy tenso.

¿Trato? ~ [ Volkacio ] ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora