Capítulo 6.

6.1K 606 459
                                    

Pov Normal

La alarma del teléfono retumbó en la habitación haciendo que Gustabo se estirara un poco tratando de dejar ir el cansancio que aún sentía y abriera un poco los ojos.

— Horacio, apaga tu puta alarma — El rubio removió al de cresta que dormía abrazándole el brazo.

— Ya... — se quejó el contrario, tanteando con una mano abajo de la almohada hasta encontrar el aparato y cesar el timbre de este.

— Joder, qué pereza — Gustabo deshizo el agarre de su hermano y lentamente se incorporó en la cama — Venga, que si llegamos tarde el viejo nos pagará menos—

— Lo sé — Horacio soltó un bostezo y luego abrió los ojos pesadamente — También haré enojar a Volkov si llego tarde —

— ¿Cómo vas con el ruso? Anoche me quedé dormido y no te escuché — dijo el contrario curioso mientras se levantaba de la cama y frotaba un poco sus ojos.

— Diría que bien, pero no lo sé — el pelirrojo se incorporó un poco y miró un punto fijo de la habitación mientras se despabilaba — Ve a ducharte primero, mientras hago el desayuno — en ese momento estaba todavía medio dormido y no podría hablar claramente de ese tema.

Cuarenta y cinco minutos después ambos alumnos entraban por la puerta de comisaría aún con el pelo algo húmedo.
Saludaron a Greco en la recepción y luego fueron directo a cambiarse a los vestidores donde se encontraron con varios de sus compañeros.
Intercambiaron palabras con ellos y unas risas mientras se alistaban para comenzar su turno laboral.

Se dirigieron a la armería a buscar lo correspondiente entre empujones y risas como siempre.

— Venga, Gustabo, un chivatazo — informó Greco acercándose al rubio y haciéndole señas de que se apresurara.

— ¡Joder! Venga, si lo atrapo pagas el almuerzo — le contestó Gustabo al de barba para luego salir a toda prisa hacia el garaje de Comisaría con su compañero de binomio siguiéndole el paso.

Horacio rió por la escena de su hermano y Greco corriendo con emoción y se quedó observando cómo estos se iban por la puerta principal.
Su vista viajó a recepción y se clavó en el ruso que ahora estaba allí parado mirando unos papeles.

Se apuró en acercarse con una sonrisa, observando atento cómo el peligris se veía muy apuesto haciendo algo tan simple como leer un puto papel.

— Joder, hoy he llegado tarde — soltó en un suspiro una vez que estuvo en su cercanía.

— … — Volkov levantó la vista al escucharlo y le dedicó una mirada confusa al no entender sus palabras, ya que el reloj todavía no marcaba la hora de entrada — ¿Cómo? — preguntó.

— Que he llegado tarde para verle cambiarse — soltó Horacio con una sonrisa burlona, recibiendo una mirada fulminante del comisario — Vale, vale, que es broma... ¿O no? — le guiñó un ojo y luego prosiguió a salir rápido de Comisaría para esperarlo en el auto patrulla.

Unos minutos después ambos patrullaban tranquilamente, el Comisario conducía atento y Horacio revisaba el teléfono a espera de alertas a la vez que cada tanto levantaba la vista para deleitarse con el rostro del superior.

— ¿Tengo algo en el rostro o qué? — preguntó de repente Volkov al sentirse observado.

— Bueno... ¡Oh! — el de cresta observó el teléfono poniéndose serio de repente — Hay un aviso de atraco en joyería, ¿Tenemos que ir, no?—

— 10-4. Pasemos por comisaría y nos dirigimos allí — el comisario miró de reojo cómo el menor había cambiado su semblante de un momento a otro.

¿Trato? ~ [ Volkacio ] ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora