Epílogo

531 59 15
                                    


Poner en orden el reino después del entierro sin honores de Agust había sido una ardua tarea, pero todos habían puesto de su parte para lograrlo. Aquel reino que, de momento, no tenía monarca, estaba resultando mucho más pacífico y amable que el anterior. El consejo de sabios, que nunca había sido muy del agrado del difunto soberano, se reunió con Yoongi y Hoseok para hablar sobre la sucesión monárquica y llegar a una conclusión que complaciera al pueblo. Namjoon también estuvo presente, escribiendo sus propuestas en un pedazo de papel, aunque no fue muy tomado en cuenta debido a su incapacidad para hablar. 

La mayoría de los ancianos estaban de acuerdo en que el siguiente en subir al trono había de ser Jung Hoseok o, en su defecto, Min Yoongi. El primero de ellos era un príncipe de sangre azul, por lo que, en principio, contaría con el apoyo del pueblo y los cortesanos. El segundo mostraba grandes dotes de liderazgo, compasión y valentía, pero su sangre real no era del todo pura. Era un bastardo, un medio hermano del anterior rey. El hijo de un monarca y de una prostituta de los barrios bajos que había muerto antes de llegar a la mayoría de edad. Un analfabeto, además. Y claro estaba que Yoongi no se avergonzaba de su procedencia o de su pasado, pero las convenciones sociales eran algo que, desgraciadamente, no podían ignorar. 

Hoseok estaba dudando. No sabía si debía aceptar o no. Yoongi sostenía su mano y lo miraba, expectante. Aceptaría su decisión, fuese cual fuese, pero se hacía una idea de sus verdaderos deseos. El chico era de alta cuna, pero nunca se había sentido como tal. Lo haría si no le quedaba otra opción, pero no era lo que de verdad quería. No ansiaba más poder del que podía hallar en la libertad. 

Hoseok quería bailar, despertarse tarde por las mañanas, pasear por donde quisiera por preocuparse por nada, caminar por el mercado y tener cerca a las personas que amaba. No quería ser rey; quería ser libre. Fue más o menos aquello lo que dijo cuando le preguntaron. 

Yoongi había liderado la revolución, pero tampoco se veía capaz de gobernar. Al igual que Hoseok, no era algo que deseara. Quería lo mejor para el pueblo, pero no consideraba que lo mejor fuese él. Ya había hecho su trabajo allí. Si no hubiera sido por la dichosas reglas de la sociedad monárquica en que habían nacido y vivirían todavía por mucho tiempo, Yoongi hubiese propuesto a Namjoon como opción definitiva. Namjoon era un buen líder. Era valiente y sabía mantener la calma cuando la situación lo requería. Tenía el don de la palabra, a pesar de que le hubiesen cortado la lengua, y era más sabio e imparcial que nadie que Yoongi conociera. Pero claro, Kim Namjoon era un chico pobre y visto por todos como un pobre "inválido". "Inválido" no era una palabra agradable, pues de algún modo parecía indicar que, debido a su carencia física, era un ser humano inútil. Era, sin embargo, el calificativo más suave que utilizaban para referirse a él, para reducir su carácter y valía a aquella discapacidad, que no era sino una de sus muchas características. 

Yoongi no se atrevió siquiera a mencionarlo, porque sabía perfectamente que, de haberlo hecho, el consejo de "sabios" se habría reído en su cara. 

A Moonbyul tampoco le habían permitido reunirse con ellos, porque no era más que una mujer. No obstante, fue ella quién dio con la clave, cuando nombró a Kim Seokjin. 

Seokjin era de sangre azul, y también reservado y amable, y parecía estar de bastante mejor ánimo desde que había recuperado a su enamorado. Quizá no había nacido para gobernar un reino, pero sería capaz de hacerlo, porque le sobraba bondad y, además, tenía a Namjoon a su lado. Le apoyaría y ayudaría a tomar decisiones. Como duo, parecían una excelente opción, y el consejo no se opuso a aquella sugerencia (evidentemente no mencionaron el tema de Joon).

The king and the dancerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora