Capítulo 18 "Solo tú y yo"

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Rubén se despertó cuando oyó un fuerte ruido fuera de su cuarto.

Sonaba como un portazo e hizo que se sobresaltara.

Parpadeo repetidas veces y se sentó en su cama mirando a un punto aleatorio en la habitación sin nada en la cabeza.

Afuera el sol apenas estaba saliendo y la nieve cubría por completo el exterior.

Se estiró unos segundos y se vistió con su traje de todos los días.

Salió de su habitación caminando tranquilamente y se dirigió hasta el ala médica.

Oía la nieve crujir bajo sus pies y miraba sus huellas en el hielo mientras caminaba.

—¿Lolito? —pregunto entrando a enfermería y asomándose por la puerta.

Miro extrañado como el cuarto se encontraba vacío y la cama donde él descansaba estaba deshecha y solitaria.

Quizás se le había adelantado para ir a desayunar pensó calmado y abandonó la enfermería tan rápido como había llegado.

Abrió la puerta de oficina girando los pestillos y entro.

—¿Lolito? —pregunto de nuevo viendo el interior de la sala.

No detectaba el aroma de ninguna comida y creyó que quizás él estaba esperándolo.

—Ahí estabas —dijo cuando distinguió al pelirrojo sentado en el sillón dándole la espalda y mirando a la televisión apagada.

—Estuve pensando en algo la otra noche —dijo inseguro avanzando hasta él y sus ojos se detuvieron en la mesa cuando vio las cintas de Frank y los diarios de Luzu.

—Fuiste al segundo piso —dijo sorprendido y tomo uno de los cuadernos.

Reconoció las mismas notas que había leído en el cuarto de Luzu.

—Escucha —dijo volviendo a dejar los objetos sobre la mesa —Necesito hablar contigo sobre los recuerdos que el impostor me devolvió —soltó esperando una respuesta interesada por parte del pelirrojo.

Pero solo obtuvo un silencio absoluto.

—No estoy seguro sobre si pueden ser verdad pero el hecho de pensar que si lo sean me aterrorizan y no puedo... ¿Estás oyéndome Lolito? —pregunto de repente desconcertado al ver que el pelirrojo no emitía ningún sonido ni se dignaba en girarse para verlo.

Se acercó hasta el sillón cuidadosamente, de seguro estaba dormido o descansando y lo único que él hacía era molestarlo. Pero sentía que era urgente y valdría la pena.

Poso su mano sobre el hombro de Lolito y lo sacudió tratando de despertarlo.

Ante el más mínimo empujón el pelirrojo que seguía de espaldas a él cayó del sofá hacia el suelo con estrépito.

—¿Lolito? —pregunto alarmado Rubén y se acercó hasta el para darlo vuelta y levantarlo.

Apenas lo giro en el piso sus ojos chocaron con los de Lolito que seguían abiertos.

Su rostro estaba pálido y su cuello se había doblado de una forma espantosa, veía marcas de huellas en su garganta con un tono más oscuro y diferentes hematomas y heridas de gravedad en su cara.

No había dudas de que lo habían golpeado salvajemente hasta romperle la nariz y provocarle otras lastimaduras serias, acto seguido habían procedido a ahorcarlo y luego le habían puesto fin a su vida quebrándole el cuello.

Retrocedió con el estómago encogido y a punto de soltarlo todo.

—Por fin despertaste —se giró de inmediato para ver a Samuel de pie en el umbral de la puerta de oficina.

Sus pensamientos aún seguían dispersos así que corro hasta él con la respiración agitada y sin mirar atrás.

—E-está muerto —susurro señalando el cadáver y sin atreverse a verlo directamente otra vez —Alguien lo... alguien... —dijo comenzando a respirar por la boca y llevando sus manos a su cuello con desesperación cuando sintió que el aire se le acababa.

—Está bien —Samuel extendió sus brazos y rodeo el cuerpo de Rubén para presionarlo contra el de él.

Trato de controlar su respiración mientras seguía preso del pánico.

—No lo entiendo... Se suponía que Luzu... —soltó sin dejar de llorar y no supo cómo continuar hablando.

De repente un pensamiento llego a su cabeza.

—Hay... Hay un impostor —dijo finalmente y cayó en cuenta.

Había un impostor.

Pero solo quedaban ellos dos.

Rubén alzó su vista hacia Samuel y el pelinegro lo sostuvo fuertemente.

—No lo hagas —advirtió con tono severo al darse cuenta de lo que el platinado planeaba hacer.

Apenas las palabras salieron de su boca el rubio intento empujarlo para quitárselo de encima y huir.

Cómo respuesta Samuel llevó su mano hasta el rostro de Rubén y tapo su cara impidiéndole tanto hablar como respirar.

Él pataleo tratando de librarse de Samuel pero fue en vano.

Se encontraba atrapado entre la pared y Sam que no dejaba de presionar.

—Te dije que no lo hicieras —renegó el pelinegro.

Era real.

Todo lo que Luzu le había mostrado era real pensó lleno de miedo.

Sin poder tomar ni una bocanada de aire Rubén sintió como sus sentidos se apagaban, la cabeza le daba vueltas y caía lentamente en la inconsciencia.

Cerró sus ojos no sin antes escuchar a Samuel hablar por última vez.

¿A dónde crees que vas a huir ahora? Somos solo tú y yo.





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