Capítulo 7: Plantando cara

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Mi cabeza daba vueltas, las caras de mis compañeros estaban descompuestas. Incluso las caras de mis profesores, sobre todo de la señorita McGonagall y del señor Dumbledore.

Los Slytherin me miraban raro, con asco, escuché insultos.

Otra vez no, no quería volver a lo que dejé atrás en Londres. Quería rehacer mi vida y mis vínculos de amistad, pero en esta casa va a ser incluso peor.

Salí corriendo de aquel comedor directa al baño sin dejar de llorar. No era una niña muy extrovertida, no quería estar en ese lugar en ese momento. Quería desaparecer.

Me encerré en uno de los baños y me senté en el suelo.

Los pensamientos negativos fluían por mi cabeza, me temía lo peor.

A lo lejos, escuché pasos acercarse, era Hermione.

-Jade, se que estás aquí. Sal, por favor. Quiero hablar contigo.

No contesté, ni tampoco salí.

-Jade, por favor, sal. No quiero que estés triste. Sé que piensas que las cosas van a ser horribles, que lo que te sucedía en Londres te va a suceder aquí. Pero hay que darse una oportunidad. No bajes la cabeza, eres valiente y luchadora. Tú puedes con todos esos Slytherins de pacotilla. Además, es solo una casa, limítate a estudiar.

Salí del baño secándome las lágrimas. Necesitaba un abrazo por primera vez en mucho tiempo, y ese abrazo me lo tenía que dar una amiga de verdad.

-Herms, estoy asustada. Ya he escuchado palabras ofensivas por ser hija de muggles, por irme llorando... Me quiero ir a Londres de nuevo.

-Tú no vas a ninguna parte. Eres Jade Clarke y, aunque aún no lo sepas, vas a ser una de las mejores brujas de Hogwarts. Seas Slytherin o lo que sea. Vales oro amiga y lo tienes que demostrar y eso tiene que ser aquí.

Reflexioné sobre las palabras de Hermione. Puede que tenga razón pero ahora mismo solo quiero irme a la cama.

Fui directa a la sala común de mi nueva casa, era fría y oscura, estaba situada en las mazmorras. Eso ya me daba mal rollo.

Me fui en busca de mi habitación y cuando la encontré allí estaba mi compañera.

-Hola, soy Daphne Greengrass. Tú debes de ser Clarke, mi compañera de dormitorio. ¿Eres la que ha salido llorando?

-Hola, mmm sí...

-No te preocupes, a veces pasa. Esta casa es un tanto especial y la gente se desilusiona al entrar aquí. ¿Tienes hermanos?

-Sí, tengo dos más pequeños que yo pero son muggles. Bueno, toda mi familia lo es menos yo.

-No te preocupes, no voy a juzgarte por eso. Posiblemente los demás sí, mi hermana lo haría, pero no les hagas caso. Al fin y al cabo eres una bruja igual que el resto.

-Gracias.-Le dije.-¿También estás en primero?

-Sí, estoy emocionada por empezar las clases.

-Yo igual, sobretodo...

-Defensa contras las artes oscuras.-Dijimos a la vez y nos reímos.

Después de un rato charlando con mi nueva compañera, nos fuimos a la cama y nos dormimos.

...

A la mañana siguiente me desperté con un poco de mejor buen humor pero todavía me resignaba a pertenecer a esta maldita casa. Sigo sin entender por qué el sombrero me destinó aquí.

Daphne y yo nos preparamos para ir a clase. Cuando llegamos, nos sentamos en primera fila. En la mesa de nuestra derecha estaba Hermione junto a una compañera de Gryffindor llamada Parvati Patil.

En la mesa de la izquierda, dos chicos de mi casa. El rubio repeinado del que no recuerdo el nombre y otro chico que ni se quien es.

-Ts, eh tú, la morena.-Me susurró el rubio.

Me giré a ver que quería sin decir ni palabra.

-¿Te vas a ir llorando otra vez?-Se empezaron a reír de mi.

Me armé de valor como Herms me había dicho, no voy a tolerar ni un solo insulto o humillación aquí. Es una nueva etapa, no tengo miedo.

-A ver si el que se va a ir llorando eres tú del puñetazo que te vas a llevar, listo.

-Venga, valiente. No te cortes.-Me dijo con una sonrisa prepotente.

-Déjame en paz, rubito.

-Cuando yo quiera, llorona.

-¡Que te calles ya, pesado!

Y me escupió en la cara.

-¡Malfoy, castigado después de clase en el gran comedor!-Dijo la señorita McGonagall.

Me comencé a reír en su cara.

-¡Clarke, usted también!

Se empezó a reír esta vez él.

Genial, el primer día y ya estoy castigada. Encima por culpa del niñato ese que se cree el rey.

Cuando finalizaron las clases, acudí al gran comedor como me ordenó la señorita McGonagall y allí estaba él. Tan estúpido y arrogante, creyéndose superior a todo aquel que se le cruzaba por el camino.

-Clarke, Malfoy. Espero que no se vuelva a repetir lo de hoy, el primer día y ya buscando problemas. Más os vale centraros en lo que de verdad importa. El castigo consistirá en pasar un par de horas juntos, en reflexionar sobre su comportamiento y en empezar a llevarse bien. Buenas tardes.-Y la señorita McGonagall se fue.

¡¿QUÉ?! ¡¿DOS HORAS CON ESTE PERSONAJE?! Preferiría morir.

-Si piensas que voy a dirigirte la palabra durante estas horas la llevas clara Clarke.-Se aventuró a decir el rubio.

-No quiero que me dirijas ni una palabra Malfoy, me das asco.-Le solté, sin más.

-Oye niña, nadie se atreve a plantarme cara y ¿vas a hacerlo tú? Una asquerosa sangre sucia, nadie en tu familia ha sido mago y vas a dirigirte a mí así, respétate.-Y hubo un silencio.

Nada, no salía nada de mi boca. "Asquerosa sangre sucia" se repetía en mi cabeza una y otra vez hasta que me armé de valor.

-Yo seré una hija de muggles pero tú eres un asco de persona.

Y me fuí.

Amortentia - Malfoy & ClarkeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora