Capítulo 11: Dejarse conocer

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Narra Jade

Pasaron varias semanas desde aquella conversación con Daphne en la habitación. Desde entonces, Malfoy no me ha vuelto a dirigir la palabra ni tan siquiera para llamarme sangre sucia.

Es como si Daphne le hubiese contado algo o como si esa noche pusiera la oreja en la puerta de la habitación, que es lo más probable.

En fin, no tiene importancia, es mejor así.

Hace una semana que Herms no me habla para casi nada. Ron ya ni tan siquiera me saluda y Harry... bueno, al menos me dice hola.

Al parecer, su relación con Ginny va viento en popa por lo que yo no tengo muchas oportunidades ya.

La voz de la señorita McGonagall me sacó de mi cabeza. No recordaba que estábamos en clase.

Yo no podía dejar de mirar a Harry, estaba tan guapo... tengo que decírselo.

De pronto, un pajarito de papel cayó en mi mesa. Miré hacia todos los lados y vi como Draco me miraba. Era de él.

Abrí la nota y la leí: ¿qué pasa Clarke? ¿enamoradita de Potter?

Le volví a mirar y vi como se reía de mí con sus amigos.

Le respondí a la nota: ¿qué pasa Malfoy? ¿estás celoso?

Su cara era un poema digno de recitar, las risas salieron de mi boca.

-¡Clarke, Malfoy! A mi despacho inmediatamente.-Dijo la señorita McGonagall.

Otra vez castigada con este engendro del mal.

-Estúpido Malfoy, ¡otra vez castigada y otra vez por tu culpa! Me tienes harta.

-¡Cállate Clarke! La culpa es tuya. Si no pusieras esa cara de idiota cuando miras a Potter...

-Así que eso es lo que te molesta. Que mire a Harry.-Le dije.

-En absoluto.

-Entonces... ¿qué más te da las caras que yo ponga y a quien?-Contesté ya molesta.

Se hizo el silencio. No supo responderme y no se si eso era bueno o malo.

Nos pasamos la tarde limpiando una de las aulas de pociones que había sufrido graves consecuencias después de una de las clases.

-¿Te vas a casa en navidad?-Le pregunté para romper el hielo. El silencio era bastante incómodo.

-Déjame en paz Clarke, púdrete.

Decidí no hablarle más, me estaba molestando realmente su actitud y no quería permitirlo más.

Esa misma noche, mientras cenábamos, el profesor Dumbledore se dispuso a hablar hacia todo el gran comedor.

-Alumnos, alumnas. Como ya sabréis, la prisión de Azkaban no es muy segura últimamente. Con la huida del prisionero Sirius Black, todo se ha trastocado. Por lo tanto, no estamos seguros.

Hizo una breve pausa y continuó.

-En un par de semanas son las vacaciones de navidad. Algunos volvéis con vuestras familias, otros os quedáis aquí en Hogwarts... Este año las cosas van a cambiar. Nadie podrá quedarse en Hogwarts, todo el mundo deberá ir a sus casas por seguridad.

Bueno, yo ya iba a irme de todos modos.

-A las personas que iban a quedarse se les asignará una casa de un compañero para poder pasar allí las vacaciones.

Bien, con suerte nadie vendrá a mi casa.

-Por otro lado, a toda aquella persona que viva con una familia conformada por muggles, también se le asignará otra casa donde pasar las vacaciones para más protección.

¡¿CÓMO?!

-Dejando claro, que cada uno deberá irse con un compañero de su misma casa. No pudiendo irse a la de otros. Continúen con la cena.-Y se sentó.

Me niego. Solo aceptaré ir a casa de Daphne. Voy a hablar con el profesor Dumbledore ahora mismo.

Me levanté y me acerqué a él.

-Señor Dumbledore, quisiera hablar con usted si es tan amable, por favor.

-Dígame señorita Clarke.

-En cuanto a lo que acaba de anunciar, me gustaría pedirle que se me destinara a la casa de los Greengrass con mi amiga Daphne.-Le rogué.

-Jade... los destinos ya están asignados. Mañana se anunciarán por megafonía a primera hora de la mañana.-Me contestó con serenidad.

-¿No puede decírmelo ahora?.-Casi me arrodillé.

-Hay que tener paciencia Jade, los destinos son de agrado de todos los estudiantes. Ya nos hemos encargado de ello. No se preocupe, todo saldrá como es debido.-Y se marchó.

Me volví hacia mi sitio pero ya se me habían ido las ganas de seguir comiendo así que me marché hacia la sala común, necesitaba estar sola. Asimilar que no iba a ver a mi familia, que estaría con una familia que desconocía.

No lo soportaba más, me puse a llorar. Quería huir de aquel castillo. Volver a ser la Jade de 11 años que jugaba con sus hermanos en el jardín. Que ayudaba a su tío a hacer pasteles y que acompañaba a su tía a visitar museos.

De pronto, alguien irrumpió en la sala y rápidamente me sequé las lágrimas.

Era Draco, cabizbajo, sin ni siquiera percatarse de mi presencia.

O eso creía.

-¿Por qué lloras Clarke?-Me preguntó mientras se sentaba enfrente mía.

-No te importa Malfoy.

-Te pregunto por algo.

-Para burlarte de mi, como siempre.-Le hablé cortante.

-No siempre soy así Clarke, a veces tengo corazón.-Me dijo el rubio.

-Conmigo nunca lo has tenido por ser una, como dirías tú, sangre sucia. No veo el por qué lo vas a tener ahora. Ni siquiera sabes lo que es el tacto.

-A veces hay que intentar conocer mejor a las personas.-Me reprochó.

-A veces hay que dejarse conocer, Malfoy. No se puede estar siempre a la defensiva.-Y me largué.

Amortentia - Malfoy & ClarkeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora