Capitulo 17
Al principio, se sintió ridícula en la habitación a oscuras. Era algo que se hacia en un salón, con la mano en el hombro del compañero y la suya en la espalda. Era lo que la señorita Mallory le había enseñado en las clases de etiqueta cuando era una chiquilla.
Pero Can había roto aquellas normas desde la primera vez que se conocieron, cuando la había agarrado con fuerza y la había hecho girar por el salón del Hotel Paradise. En ese momento, las estaba rompiendo otra vez. La tenia abrazada, con las manos en la parte baja de la espalda. Y ningún baile acababa con la pareja sobre el suelo. Aquel era un baile que una mujer solo podía aprender del hombre que la deseaba.
- Relájate y siente la música –susurro él.
Lo que sentía era a él, su calor, su aliento, el latido de su corazón. Jos cerró los ojos y apoyó la cabeza en el hombro de Can. Él la apretó más. Una mano cubrió su trasero y la otra subió por su espalda. Le tocó el moño y jugueteo con su cabello.
- Me gusta tu pelo así –murmuró.
- ¿Recogido? Así es como lo llevo siempre...
- Me gusta porque pienso en como seria deshacerlo. ¿Te deshago el recogido, Jos? –preguntó en un tono bajo y ronco.
- Sí –respondió mirándolo a los ojos. –Sí, por favor. Hazlo...
Contuvo el aliento mientras le quitaba el prendedor. El cabello cayó sobre los hombros y en su mano y se lo llevó a los labios.
- Maravilloso –afirmó suavemente y la besó.
Se movieron al compás de la música, boca con boca, pecho contra pecho, con el muslo de él entre los suyos. Jos suspiró. Can le besó el cabello, la oreja.
- Mira –susurró él. Ella abrió los ojos sorprendida. Estaban frente a un espejo que llegaba hasta el techo, uno en los brazos del otro, bañados por la luz de la luna. – ¿Ves lo bonita que eres? –preguntó Can.
- Can –dijo sonrojándose.
Se coloco detrás de ella, le tomo el cabello y lo dejo escurrirse entre sus dedos como si fuera oro. Agachó la cabeza y le besó el cuello y después empezó a desabrocharle los botones de la camisa. Los desabrochó lentamente debatiéndose para besar cada centímetro de piel que iba desnudando. Cuando termino le bajó la blusa. El sostén era de algodón sin ningún adorno. No tenia nada que ver con el de la noche en que se conocieron, pero no importaba. Había algo que lo hacia parecer más erótico que uno de lencería negra. ¿Por eso le temblaron los dedos cuando lo desabrochó? Observó su rostro en el espejo mientras sus pechos temblaban bajo sus manos. Si lo miraba así otra vez, estaría perdido. Pero tenia que esperar, tenia que hacerlo bien, por ella. Le tomó los pechos y le rozó los pezones con los pulgares.
- Can...
Su voz era un susurro tembloroso. Intento volverse hacía él pero él no se lo permitió.
- Aún no –susurró.
Le colocó la melena hacia un lado, sobre uno de sus hombros. Agachó la cabeza para besarle la nuca, le mordisqueó la garganta. Ella reprimió un grito. Estaba hundiéndose en un mar de sensaciones, pero no podía. Si se dejaba arrastrar por la corriente, ¿cómo sabría si estaba haciendo lo que una mujer debería hacer?
Can se equivocaba. No podía olvidarse de Carl en aquel momento. Estaba allí, diciéndole que era una irresponsable, que no sabia como complacer a un hombre y que nunca lo sabría. Y ella deseaba complacer a Can, darle placer, escucharle gemir mientras estaba dentro de ella. Frotó los pulgares contra sus pezones otra vez y el grito que intentó controlar salió de su garganta. Dejó caer la cabeza sobre su hombro.
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Más allá de un sueño (COMPLETA)
RomancePrólogo Can Yaman era un soltero por el que cualquier mujer pujaría. El atractivo abogado era también un posible heredero de la enorme propiedad de los Yaman y él estaba a disposición de cualquiera de la subasta benéfica. Pero cuando Josephin Smith...