Capítulo 23

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Capitulo 23

Can sonrió, la rodeó con sus brazos y la apretó contra él.

- Yo también. Pero sé cómo se cura.
- No –dijo con frialdad –de verdad que no, Can. Lo que necesito es un par de aspirinas. ¿De acuerdo?

Él continuó mirándola durante bastante rato. Después, se encogió de hombros y la soltó.

- Claro. De todos modos tengo que irme. Emma llamó para decirme que un cliente quiere verme enseguida –informó caminando hacia el cuarto de baño otra vez. Se detuvo en la puerta. – ¿Jos?
- ¿Sí?
- ¿Qué te parece si cenamos en la ciudad? –preguntó tras dudar un instante.

Ella asintió. Ya lo había hecho otras veces, ir a la ciudad en su deportivo rojo nuevo, aparcar cerca de su oficina y esperarlo en el vestíbulo.

- ¿A qué hora?
- ¿Qué te parece un poco antes de las cinco? Sube a mí oficina y te presentare a mis compañeros.
- De acuerdo –asintió como si no fuera la primera vez que la había invitado a entrar a su mundo.
- De acuerdo –repitió y se dijo a sí mismo que estaría bien.

Se vistió como si fuera a una reunión de la directiva de una de sus empresas y llegó tan pronto que tuvo que dar varias vueltas al edifico para matar el tiempo. Cuando tomo el ascensor, se bajo en el primer piso de Can y caminó por el pasillo de su oficina con el corazón acelerado.

Su secretaria la recibió con una sonrisa.

- Usted debe ser la señorita Smith –dijo Emma levantándose y ofreciéndole la mano. –El señor Yaman está atendiendo una llamada de última hora. ¿Quiere sentarse?
- Gracias – contestó amablemente.

Se sentó, tomó una revista y la ojeó. Miró hacia arriba y se encontró con la mirada curiosa de la secretaria. La mujer se sonrojó, sonrió y fingió hacer algo. Jos se formuló cientos de preguntas. ¿Había reconocido Emma su voz? Conocía su nombre, ¿pero sabia quién era? ¿Qué le había dicho Can? ¿Qué una tal Josephin Smith se pasaría por allí? ¿O le había contado algo más? ¿El qué? ¿Qué vivían juntos? ¿Cómo se denominaba a una mujer que vivía con un hombre? Llamarla “cita” era un poco tonto, pero referirse a ella como su amante era demasiado intimo. ¿Se llamaba “querida”? No, los hombres mantenían a sus queridas, pagaban el alquiler, les compraban vestidos. Can no había hecho nada de eso. Nunca se lo habría permitido, aunque no tuviera dinero. Ser la querida era totalmente degradante.

- Princesa.

Jos se levantó de un salto. Can permanecía en la puerta de su despacho. Su sonrisa y su tono de satisfacción la tranquilizaron. Ella sonrió y se acercó a él, martirizándose por haber tenido unas ideas tas estúpidas.

- Can.

Él sonrió y le ofreció las manos.

- Lo siento, Yaman. No sabía que tuvieras compañía.

Jos se giro y un hombre la sonrió desde la puerta de otro despacho.

- Peter, creí que estabas fuera de la ciudad esta semana –dijo Can.
- Estaba, pero volví antes de lo... Vaya, tú eres Josephin Smith –comentó con una sonrisilla agarrándole la mano.
- Estoy muy ocupado en este momento... –intervino Can rápidamente.
- Sí, ¿por qué? ¿Nos conocemos? –preguntó Jos.
- La verdad es que no, pero me hubiera gustado conocerla aquella noche en la subasta.
- Vaya –contestó con cara pálida.
- Yaman, no nos habías dicho que estabas saliendo con la señorita Smith.

El rostro de Can parecía estar esculpido en granito.

- Hay muchas cosas que no te cuento, Yılmaz.
- Entonces, ¿cómo es esto? ¿Cuánto tiempo hace?

Más allá de un sueño (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora