CAPÍTULO 14

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Capítulo 14

Ginny vio como en cámara lenta, el cuerpo de Sirius daba una voltereta por el aire y caía a unos pasos de la orilla del lago. No escuchó el ruido característico que hace un cuerpo al tomar contacto con la superficie terrestre. Estaba en estado de shock. Cerró los ojos. Respiró una y otra vez, tratando de serenarse y pensar con la cabeza fría alguna acción que la liberara y ayudar al pobre Sirius. Abrió los ojos, y deseó tener la capacidad mental que tenía su jefe a la hora de hacer hechizos sin varita. Miró a Harry. Él estaba de pie, respirando profundamente sin sacar los ojos de su oponente. No había nada ni nadie que lo distrajera de su objetivo. Ginny quiso gritar, pero al parecer había perdido la voz, junto con la capacidad de movimiento. Suspiró. Era obra de Harry. No quería que ella lo hiciera perder su meta, es decir, matar a su padrino. Cerró los ojos y se concentró en invocar su varita. Si solo pudiera hacerlo... "Ron... por favor, Ron, ven pronto..."

No le importaba nada. No tenía intenciones de detenerse. Merlín, la voz interna, aquel monstruo que desgarraba las tripas, clamaba por sangre. Ese hijo de perra había osado tocarla, interponerse entre él y su única posibilidad de subsistir. Ese maldito arrimado había hecho tambalear su estabilidad emocional, poniéndose entre ellos. Separándola, alejándolo de lo único que lo mantenía vivo. Y ese maldito monstruo le decía que si lo sacaba de en medio, ella no se alejaría, se quedaría, y él junto a su monstruo podrían al fin respirar tranquilos. Miró al que en algunos años se transformaría en la única familia que conocería. Luego miró a Ginny, que inmovilizada con cuanto hechizo se le ocurrió invocar, se desesperaba por ayudar a ese infeliz. Se notaba la desesperación en sus ojos castaños, vidriosos del esfuerzo y de las lágrimas. Maldijo en voz alta... Rugió en un grito de guerra a muerte. No iba a matarlo fácilmente. Su monstruo quería golpear, desgarrar, arrancar la piel con las manos... patear... Sangre, como la sangre de Nicky, deslizándose por las manos de esa hija de puta de Romilda... si, sonrió... Así iba a acallar los rugidos de la bestia... y ella volvería, y se quedaría.

- Levántate hijo de puta... - dijo con un rugido. Sirius lo miró con rabia. Él también quería descargar sus frustraciones. Y ya era hora que ese mocoso probara de su propia medicina. Se levantó a duras penas y elevó su espalda para mirarlo. Harry observó los ojos grises de su padrino, pero no registró nada.  – te voy a enseñar a que con ciertas cosas no tienes que meterte, Black.

- Se ve que conoces a mi madre... - sonrió, escupiendo un poco de sangre – decirme hijo de puta, no provoca nada en mi... odio a mi madre.

- tu madre era una  vieja arpía... y tu eres tal como ella... - Se acercó y Sirius se posicionó para receptar el golpe y esquivarlo. Harry hizo un movimiento en falso y Sirius frenó el golpe de puño. Sonrió socarronamente hacia su ahijado.

- ¿Es lo único que puedes hacer? – no vio la patada que llegó desde la izquierda y le hizo perder el equilibrio. Sirius cayó pero la mano izquierda de Harry impidió que su cabeza tocara el suelo. Harry le pateó en la zona interna de los muslos, y sin miramiento le pisó las rodillas. Sirius siseó, pero no iba a darle el gusto de gritar de dolor. Las rodillas de Harry inmovilizaron los brazos, y su mano derecha fue a estrellarse en la cara. Una, dos, tres veces... Sirius comenzó a sentir el sabor metálico de su sangre, llenando su boca.

- Te lo dije – dijo Harry y cada palabra iba acompañada de un golpe – te lo advertí cuantas veces... una, dos, tres... - cada vez que contaba,  era una nueva magulladura en la cara del merodeador. En uno de esos movimientos aflojó las piernas y Sirius pudo quitárselo de encima – te dije que la dejaras en paz...

- ¿Tienes ganas de pelear Potter? – dijo él limpiándose la cara – porque yo estoy que ardo por romperte la cara.

- ¿Por qué no lo intentas? – rio Harry – por qué no te atreves a ponerme la mano encima...

Lo que no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora