CAPÍTULO 20

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Harry frunció el ceño ante la imponente puerta de Hierro. Odiaba esa casa, odiaba todo lo vivido durante ese fatídico año,  donde él y sus amigos vagaron por todo Gran Bretaña, buscando los malditos horrocruxes, y escapando de la tiranía de Voldemort.  Habían ido a parar a esa casa, presos, desesperados. En esa casa donde su mejor amiga experimentaría la crueldad en carne propia... donde por su culpa había perdido la única criatura del mundo mágico a la que consideraba uno más de los suyos, su familia. Suspiró y miró al variopinto grupo que lo acompañaba. Sirius, James y él mismo acababan de tomar la poción multijugos,  agradeciendo al cielo, el no haber adquirido la fisonomía del viejo Perkins,  compañero de cubículo del señor Weasley. Ese privilegio le había tocado a su padre, que refunfuñaba a su lado. Sonrió con malicia.  A quién engañaba, lo había hecho a propósito. Esos dos merecían, apaciguarse un poco. Sabía que James iba a cabrearse, porque simplemente el viejo Perkins, desde que se acordaba, siempre fue viejo, enclenque... Ron iba con barba otra vez, y su pelo castaño, muy diferente al rojo característico. Sus ojos azules, estaban escondidos en un simple marrón; Sirius, aunque portaba la imagen de un hombre entrado en carnes, y medio pelado, caminaba con el porte que lo distinguía, provocador, soberbio... tropezó con un pedrusco. Los demás rieron, y él les mostró un rechoncho dedo medio.

- Por Merlín, Black, trata de parecer un hombre con evidente sobrepeso - dijo Harry  en un tono burlón -  si sigues forzando esa máquina va a darle una apoplejía... 

- Tu tienes la culpa, por haber buscado estos cuerpos tan decrépitos - rezongó - mírate tú, por poco te conviertes en Ludo Bagman...

- Ya te dije que Bagman, fue acusado de mortífago... no se a ciencia cierta si en verdad lo era, o de tantos golpes de bludger, quedó tan idiota que no se dio cuenta donde se estaba metiendo, por lo que sería inviable que me convirtiera en él. – lo miró – por otra parte, si fuera mortífago, sus aliados, se preguntarían por qué no les avisó de la redada, y si no lo fuera, también se preguntarán qué carajos hace un ex jugador de Quidditch, que ha quedado más estúpido de lo que era a causa de las bludgers, en una redada en busca de objetos sospechosos de contener magia oscura. - sonrió burlón, y se tocó la sien derecha con la varita – es cuestión de pensar un poco Black.

- Te doy la derecha por esa brillante deducción que acabas de hacer – dijo con sarcasmo Sirius – Pero, si tuviste cuidado en elegir para ti al más fornido y favorecido del grupo... - refunfuñó. – Kingsley Shacklebolt... ese negro, se pisa la polla cuando camina, de tan grande que la tiene... - Ron y James rieron.

- Fue pura suerte... pero puedo entender que te sorprendas por el tamaño de la polla del Gran K... digo, teniendo tú la polla del tamaño de un maní...- dijo sonriendo mientras acomodaba su vestimenta, y los demás se desternillaban de la risa a costa de un Sirius rojo de vergüenza. – además soy el jefe, no se vería bien si el que imparte las órdenes,  apenas puede levantar la varita...

- Pueden callarse por unos momentos – dijo nervioso el señor Weasley – estamos frente a la reja - Harry, al notar la gran puerta de hierro, hizo un movimiento de varita alrededor de esta.

- No toquen nada... - les advirtió - toda la reja tiene un hechizo – susurró - mierda – agregó, caminando a un lado y al otro – tiene el hechizo de "la perdición del ladrón..."

- Ah, ¿sí? – dijo James, y Harry asintió mirando las rejas – entonces simplemente estamos jodidos...

- Si mal no he leído, la perdición del ladrón es un hechizo que francamente es imposible de pasar; simplemente porque acaba con cualquier mierda que se nos hubiera ocurrido hacer para escondernos – dijo Sirius cabreado, y luego miró a Harry – ¿y ahora qué se te va a ocurrir, "Chico maravilla?" – Harry sonrió socarronamente. Sirius creía que estaba tratando con un puberto inexperto.

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