Capítulo 5

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El lugar donde la famosa "Paulette Duprees" estaba ubicado en uno de los más importantes y caros barrios de Londres. Hermione caminaba apresurada ante los enormes trancos de su compañero, mientras maldecía haberse puesto tacones. Cuando Ron le dijera que esa mañana visitarían a la misteriosa amante de Fudge, ella se propuso que él la viera diferente. Estaba cansada de estar sola o solo acompañada de sus libros. Y estaba más cansada de sentarse a la vera del camino de la vida, y observar, impávida, cómo su adorado pelirrojo, vagaba de mujer en mujer, pasaba de cama en cama, pagas o gratuitas y vivía, mal o a los tumbos, pero vivía al fin. ¿Y ella qué hacía? Solo miraba, sufría, lloraba, y una vez que derrama hasta las últimas de sus lágrimas, se resignaba. Pero ese día no iba a ser igual... Ya no. Hermione estaba cansada de estar al borde de la carretera. Ella quería volver al camino y transitarlo como merecía. Si era al lado de Ron, sería perfecto. Si no se daba, bueno, al igual que Ginny comenzaría a caminar endeble al principio, débil y triste quizás, pero sería un paso a la vez, temerosa, pero lo haría. Ginny lo había logrado, aun con más errores que aciertos, pero seguía con una vida. Ella no era más débil que su amiga... ella lo lograría.

Para comenzar su nueva etapa, se había arreglado más de lo usual, maquillaje, peinado y ropa acorde a su nuevo cambio. Y los tacones entraban en ese cambio. El cambio le había supuesto un dolor insoportable de pies, pero su nueva actitud había logrado algo. Sonrió complacida. Su colega al verla esa mañana había fruncido el ceño, y abierto un poco la boca algo sorprendido. La había observado detenidamente y ella por un instante había visto salir el sol en su interior. Ahora, el caminaba rápido y ella se arrepentía un poco de haber pensado en cambiar justamente ese día. Bufó, pensando en aquella frase que decía "el amor duele..." si era el mismo dolor que sentía en sus pies, se merecía el cielo por tanto sacrificio. Miró a su eterno amigo. Ron, mas allá de verlo con ojos del amor, estaba para comérselo. La chaqueta de cuero negro, avivaba su rojiza cabellera, y empalidecía su piel, haciendo que sus ojos azules refulgieran en la nubosa Londres. Era alto, muy alto, de ahí la intención de ponerse tacones. Y caminaba mirándola de soslayo, como no pudiendo creer que esa fuera su antigua amiga.

- ¿Podrías  caminar más despacio, por favor? – rogó Hermione, hablando por primera vez desde que salieran de su apartamento.

- ¿Por qué? - preguntó Ron, observando los números de la calle. 

- Porque los tacones me están matando... – Ron recién entonces, le miró las piernas, frunció las cejas, y aminoró el paso – Gracias.

- ¿Por qué te pusiste esas cosas? - indagó. Hacía tiempo que la conocía, y eran contadas las veces en que veía a Hermione vestida como una mujer...  siempre de pantalones formales o jeans.. pero justo ahora tenía que ponerse una falda... y no era que se quejara, menudas piernas tenía. Pero estaba enfocado en la misión, no había tiempo para imaginar esas hermosas piernas, abrazando su cintura mientras él... - sólo tu tienes esas ideas... - bufó.

- ¿Por qué no?

- Pues... no estás acostumbrada. Si me dijeras que lo haces habitualmente como la loca de mi hermana... Pero tú eres tan...

- Oh, no te frenes, dímelo, yo que soy tan simplona...

- No iba a decir eso. – dijo burlón.

- no, claro que no, pero lo piensas, que es peor... - dijo chasqueando las cejas. Ron sonrió.

- Bueno quizás solo lo pensé un segundo... – Ella hizo una mueca de dolor que Ron interpretó como una sonrisa – Es que tu casi nunca usas ese tipo de zapatos,  tan femeninos...

- Si lo hago... - protestó ella, maldiciendo no haber traído unas banditas-  solo que hace un tiempo que no los usaba.

- No me digas... - dijo sonriendo y comenzó a caminar. – ¿desde cuándo?

Lo que no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora