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Cornelio despertó esa mañana. Era uno de los únicos dias en los que no se levantaba tempranísimo como acostumbraba. O tal vez sí...tal vez sí era temprano, pero... por qué Lú no estaba dormida a su lado? Tan tarde podia ser? Abrió un poco más los ojos. Llovía. Y las gotas de lluvia se paseaban por su ventana tan ligeramente como el viento que corría. Y Lú no estaba. Miró la hora.. 6:15 am. Sus manos tocaron la huella de su cuerpo aún en la cama. Su olor se conservaba. Frutas y flores mezcladas. Se levantó, buscando por todo el suelo alguna prenda de vestir que ella le había quitado anoche. Encontró unos jeans. Pero no los de ella... ni su camiseta, ni sus zapatos, ni nada. Y es que ahora entendía que todo estaba vacío. Que no había nada en esa habitación que le perteneciera a ella. Solo eran sus cosas y reliquias viejas. Aunque ahora recordaba...ella había empacado una maleta anoche. Salió de la habitación entonces. Con la esperanza de encontrar aquella maleta fuera de la habitación, tendida en el suelo después de lo de anoche. Pero no había nada. Las cosas estaban en su sitio. Y era como si todo lo que había pasado ayer no hubiera sucedido nunca. Y siguió caminando. tenia que estar en alguna parte, sí...sí, por supuesto. Sus ojos la buscaron desesperadamente, su casa no era tan grande y podía divisarlo todo. Tragó saliva al verla hablar por teléfono en la ventana principal, observando la lluvia y con la maleta en las manos. Lú se volteó, terminó de dictar la dirección y colgó. Una ligera sonrisa se extendió sobre sus labios y entonces... Cornelio entendió lo que sucedía.