03 - SUSAN (Parte 8)

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Sin saber si debía reír o llorar por la impotencia que sentía, la fundadora de los Fantastic Four tan solo veía al hombre que ocupaba la habitación junto a ella dar vueltas de un lado al otro en busca de nuevas sábanas e incluso frazadas, así como también ropa para ella. Poco pudo hacer en su estado para oponerse a que la araña, con cuidado, le quitara las mojadas prendas que usaba, dejándola en una semi desnudez que incomodó a ambos pero internamente les gustaba.

-Perdóname por el atrevimiento...- se lamentó el castaño, desviando la mayoría de las veces su mirada, pero siendo atraído por fuerzas desconocidas a la delicada figura de Invisible Woman.

-Tonto...- apenas audibles para ella misma, aquel adjetivo cariñoso escapó inconscientemente de los labios de Susan Storm.

El resto, solo podía loar el autocontrol del castaño, pues sabían perfectamente que la posición en la que se hallaba podría haber tentado a cualquier otro hombre, más si la mujer con la que trataban poseía una envidiable belleza incluso con el paso de la edad en su contra.

Por ello mismo, las espectadoras dedicaron únicamente una divertida mueca por los intentos del castaño en luchar contra su anhelo propio, todo para asegurar el bienestar de su amiga.

-Se nota que ambos tienen un magnetismo- distraídamente mencionó la hermana del castaño, viendo cómo un largo mechón a su lado se movió por cuenta propia para taparle los ojos a Benjy.

-Ella sonríe tenuemente y él trabaja de manera ardua para evitar quedarse embobado- manteniendo su semblante divertido, Kitty acotó.

-Es...está bien, Peter. Conf...confío en ti- intercalando oraciones entre espasmos, la ojiazul sonrió cansada precedentemente a bajar los párpados, relajándose con el roce de la toalla que quitaba su transpiración.

-Tantos conocimientos en mi cabeza luego de que Otto me usurpara y no tengo nada relativo a la medicina, más allá de operaciones, como para ayudarte- con rabia que se hizo notar al rechinar sus dientes y usar un tono ronco, el sobrino de May Parker lamentó.

A ella le lastimaba escucharlo decir con tanto veneno aquellas palabras, hallando como medio de tranquilizarlo el abalanzarse, con las únicas fuerzas que le restaban y mermaban, a sus brazos. La sorpresa se dibujó en la cara del enojado tótem, cambiando inmediatamente a una de preocupación que obligó a tomar a la Storm por sus hombros, separándose y revisándola minuciosamente, con ojos que ella solo catalogó como los de un esposo/amigo dedicado a su pareja/amiga y no los de aquel usurpador que la obligó a vetarlo de su hogar.

Natasha tuvo que morderse la lengua mientras veía la escena, restringiendo el menester de comentar fríamente luego de que a su mente llegaran perfectas memorias de una destrozada personalidad que por miedo optó sepultar en lo más recóndito de su ser. Trataba de negarlo constantemente, pero cada manierismo del tótem arácnido derribaba su gélida personalidad con el impulso de un bólido, sucumbiéndola al deseo de lo ajeno.

Y por más irónico que luciese, la espía rusa no era la única en vivir actualmente lo mismo. Todas aquellas que, por mínimo fuese, vivieron algo con el hombre que representaba el centro de la telaraña, estaban acumulando un inmenso dolor por la pérdida de alguien que las habría abrazado y brindado calidez en sus más oscuros momentos.

Alguien que sin lugar a dudas les hubiese brindado amor en oleadas, como así también una lealtad envidiable. Alguien que no solo hubiese sido una pareja, sino también un amigo, un compañero, un guardián...alguien que haría hasta lo imposible por ellas.

-Sue? Sue, por favor responde! Estás bien? Te duele algo? Quieres que llame a un médico? – al borde de la desesperación y un sollozo del que desconocía su origen, el hombre de ojos chocolates realizó pregunta tras pregunta a una mujer que se dio cuenta de su error.

Mujeres Marvel ven sus One-Shots con Spidey!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora