La decisión de Draco

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Draco 

De todos los días de la semana si tuviera que elegir uno para odiar, sería el miércoles sin duda alguna...

Ombligo de semana que daba a entender que se encontraba cerca el fin de semana y a la vez no, pero sin lugar a dudas, lo que más detesto de los miércoles, son las reuniones con Blaise.

Él está al otro lado del escritorio y yo solo oigo "Bla Bla Bla itinerario, Bla Bla Bla rubia, Bla Bla Bla reuniones y más Bla Bla Bla ¿Ya escogiste a alguien? 

Estoy cansado de esa conversación, ya tengo suficiente con mi madre que ya me ha mostrado a más de la mitad de las brujas disponibles en el mundo mágico, y cuando creo que podría elegir, no pasan ni dos minutos cuando ya tengo a Astoria haciendo berrinche frente a mí.

-Blaise, si hubiera alguna forma de enviarte mil años luz lejos de mi los miércoles...

-No lo harías, porque debes admitir que endulzo tus días -Se burla.

-¿Qué opina Daphne de tu decisión?

Él se encoge de hombros- La verdad se lo tomó bien, ella sabe que solo será temporal y que el ministerio solo está haciéndonos jugar a la casita como si fuéramos sus malditas marionetas.

Yo asiento en acuerdo. Desde el principio me pareció ridículo todo, pero no hay opción. 

O nos reproducimos, o en unas cuantas décadas seremos historia.

-Me sorprende que no hiciera un escándalo, quiero decir... Estamos hablando de una Weasley. ¿Por qué rayos la elegiste a ella para empezar?

-Es caliente -Responde con simpleza.

Por más que intento encontrar la posible manera de imaginar a Ginevra Weasley "caliente" en mi cabeza... Simplemente no lo consigo, pero comprendo a mi amigo. Blaise es sumamente mujeriego y aunque esté casado con mi cuñadita, sé que él nunca va a cambiar. Así que literalmente la oportunidad de acostarse con otra mujer y de forma legal le fascina.

En mi caso no es así, yo amo a Astoria y si hay códigos en la familia Malfoy que se han respetado y mantenido de pie han sido tanto la lealtad, como la fidelidad. Astoria odia la idea de que tenga que estar con alguien más, sentimiento completamente entendible.

Ni siquiera se calmó cuando entendió que por ser la primera esposa tendría muchos más beneficios que la segunda. Por ello, cada vez que conozco un posible prospecto, ella le encuentra los miles de defectos y se niega rotundamente, tratando de aplazar lo inevitable.

Blaise termina de chismear y luego se va. Yo respiro profundo de nuevo y le agradezco al universo por tener unos minutos de paz. Hay cosas que debo organizar y enviar para que el ministerio las apruebe.

Sin embargo, no pasan ni diez minutos cuando mi paz se termina de nuevo, y por la manera de golpear la puerta una vez antes de abrirla, sé que es mi santa madre que por supuesto de santa no tiene ni un cabello.

-Sabía que te iba a encontrar aquí -Dice entrando sin permiso a mi despacho como siempre. Ella piensa que con tocar la puerta una vez es suficiente para irrumpir en mi espacio.

Yo alzó mi vista de los gráficos a ella de manera expectante.

-¿En que te puedo ayudar? -Le pregunto deseando que sea breve y se marche lo más pronto posible.

No es por mal, obviamente, yo amo a mi madre, pero desde que la estúpida nueva ley del matrimonio salió a flote no paran de llegar solicitudes, y por supuesto eso a ella le fascina. 

A mí me da igual, pero según mi madre es lo menos que puedo hacer tomando en cuenta que estamos reparando en parte los estragos en los que mi propio padre contribuyó al unirnos a la causa del innombrable.

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