Cómo ponerse de pie

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- Katara - escuché de entre los arbustos.

La voz venía de la oscuridad, no alcanzaba a ver nada, me tomó tan de sorpresa que realmente me había asustado.

- Quien anda ahí! - grite

- Soy yo - Tarok salió de los arbustos.

- Qué haces aqui? Con qué descaro te atreves quedarte en mi casa? - estaba furiosa.

- Katara, por qué estas molesta conmigo? Solo te demostré lo que te dije la otra noche. Aang no está listo para cargar con esa responsabilidad, no está listo para estar aquí y ser tu esposo - dijo y comenzó a acercarse al lago - mírate nada más, eres toda una mujer, mereces un hombre que te haga sentir segura y protegida todo el tiempo - siguió hablando mientras veía mis pechos.

-Necesitas un hombre, no un niño - lo dijo pasando sus ojos por mis caderas y mi entrepierna para volver a mis ojos.

No me había dado cuenta pero por el agua, la tela de la bata se había pegado a mí y yo solo llevaba mi bata en ese momento. Me apresuré a salir del agua y con agua control me quité el liquido de encima. Toda la situación se había vuelto incómodo e inapropiada.

- Tarok quiero que te largues de aquí en este momento, ya no eres bienvenido en esta isla - dije pasando al lado de él camino  a mi habitación. Él me tomó del brazo.

- Katara dame una oportunidad, no me digas que no sientes nada por mí - me dijo con una voz dulce.

- No siento nada por ti, ahora por favor, recoge tus cosas y vete - quite su mano de la mía y me fui.

Escuché un suspiro de queja. Sentí sus pasos dirigirse hacia el otro edificio donde él se hospedaba lo cual me tranquilizó. No iba a perseguirme más.

Revisé las habitaciones de los niños y los tres estaban ya dormidos. No sabía que haría con Aang pero por esa noche ya era demasiado para mí, no sabía donde estaba y no tenía energía para buscarlo ahora, esa sesión me había dejado agotada y toda la discusión me causa una agudo dolor de cabeza, definitivamente necesitaba descansar. 

Entre en mi cuarto y disfruté del silencio, prendí la luz de la lámpara y me alisté para dormir.

Estaba ya dentro de las sábanas cuando alguien llamó a mi puerta, pensé de inmediato en alguno de mis hijos, pensé en que a lo mejor mi pequeña visita los había despertado y ahora querían pasar la noche conmigo, o tal vez era Aang, y  de ser así, qué pasaría?, querría reconciliarse conmigo o seguiría enojado conmigo?. 

- Hola Katara -

- Tarok, qué haces aquí? - dije parada detrás de la puerta.

- Lo siento no quiero molestar, solo quiero pedir disculpas... por los viejos tiempos... por favor - suplicando.

Había algo en su voz, en sus ojos que me hizo recordar esos días de infancia, era casi hipnotizante, como si a través de ellos pudiera ver su alma y saber que estaba siendo honesto.

- Esta bien, te perdonó. Pero por favor, no vuelvas aquí -

- No, no lo haré... un abrazo?... Anda, sí? - me pidió dedicándome otra sonrisa tierna, yo respiré profundo pero asentí.

El abrazo comenzó normal como cualquier otro abrazo, él era alto así que yo coloqué mis brazos debajo de los suyos y él los rodeo con sus brazos. Era un abrazo cálido, sin embargo, después de unos segundos, sentí deseos de romperlo. Él tenso los brazos negándose a mis deseos, yo respondí tensando los míos, ya no quería que me abrazara. 

Amores imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora