Te escribo desde el silencio, donde el miedo no tiene excusa.
Amaia Montero
°°°
8 de octubre
Gregory:
Escribir palabras para alguien no es fácil, y aún menos cuando quieres revelar un secreto a una hoja de papel. He reinscrito esto por más de tres horas, la madrugada está iluminando mi pocas letras escritas con lápiz y ya no sé cómo empezar de nuevo, así que lo haré así.
Qué lindo es que una persona como tú se atreva a contarle a un casi desconocido secretos propios, es muy valiente de tu parte. Y ahora me siento muy mal por ello. La pregunta, la de si era muy famoso en mi antigua escuela, te mentí en mi respuesta. No era solo un de los tantos chicos que pasan desapercibidos. Me hubiese gustado que hubiese sido así.
Te contaré esto como una historia, como si fuera la escena de un libro. Estarás preguntándote él porque, simple: quiero que parezca irreal para no sentir de nuevo.
No quiero sentir aquello de nuevo.
Aquí vamos...
El reloj de la dirección sonaba con un tictac cada segundo que transcurría. Mi madre hablaba con él director Raynerson en el pasillo a solas, como si no quisieran que oyera lo que debían decir de mí. Pero las paredes lo oyen todo, en especial esas, se podía oír todo lo sucedido afuera. Mientras estaba sentado en la esquina del cubículo de muebles de caoba y libros de ciencias.
El señor Raynerson no era el mejor de los directores, ni siquiera uno bueno; y eso no ayudaba mucho con mi situación, pues estaba muy mal parado. La voz de la mujer fuera de aquel lugar se escuchaba indignada, casi en estado de cólera. Le reprochaba al hombre lo que sucedía:
—Este no es el caso Seamous. Recuerda perfectamente quien hace que esta escuela tenga un poco de decencia, no quieras ahora decirme que toda la culpa es de Kale, porque sabes que no lo es.
—El golpeó a un estudiante Rebecca, debe de pagar las consecuencias de sus actos —decretó el hombre con severidad— Los Ashton pondrán una demanda a la escuela si no hago lo correcto...
—¿Ahora quieres pasar como el hombre con moralidad alta? Tú y yo sabemos por quienes estás aquí Seamous, y deberías recordarlo muy bien —rabió —. te dejaré a que pienses tus prioridades, y recapacites antes de que te caigas.
—¿Me estás amenazando Rebecca? No quieras chantajearme ahora —berreó el hombre— aquí no es la casa de mamá, y no tienes el poder de decidir qué debo hacer en mi trabajo. Hermanita. Kale necesita escarmentar y eso es lo que recibirá.
—Muy bien, eso es lo que deseas; pues se te cumplirá —se podía ver tras el gran ventanal de vidrio, a la mujer fulminar con la mirada al tío Seamous.
ESTÁS LEYENDO
Besos sabor a Fluoxetina
Teen FictionLos besos no reviven a los muertos que aún no mueren. Las rosas violetas en frascos de mayonesa no son eternas. La locura está tan cerca de lo que crees, ¿el amor?, a la distancia de mil galaxias. Sólo es cuestión de mirar al espejo y cometer de...