08 de abril
Pequeño Owen:
Pareciese que no te escribo desde hace un millón de años, desde que los pterodáctilos morados invadían la tierra. La computadora ya no es mi primera herramienta como antes, ahora se ha vuelto obsoleta estos últimos meses, tan solo la ocupo para hacer investigaciones de la escuela. Han pasado décadas sin hablar contigo de una manera placentera. Hablo todos los días contigo, eso es obvio, pero no es lo mismos, tú lo sabes; estás aquí. No es lo mismo pensar y narrarte cada momento que escribir las palabras con más calma, con más ideas que luego olvido en el trascurso del día.
He estado bien estos días, pero al no escribirte paso por alto mucho de los que siento o creo sentir. Estoy indeciso, Owen; lo estoy por sentir algo por Kale. Creo que lo quiero, eso lo tengo claro, sin embargo, no sé si esto... esta relación sea algo bueno para ambos, pero si te soy muy sincero, no quiero terminarla, seguir haciendo estas cosas que creía a que nunca lograría son ahora mi droga intima. Estoy dispuesto a romper cada vez más barreras, arriesgarme incluso más de lo que ya lo he hecho.
Hace un par de horas me llamó, para decirme que mañana vendrá a casa. Es un alivio porque por fin mamá ha abierto mi celda de castigo. Las palabras de Kale detrás de la bocina del celular fueron una inyección de energía. Te dictaré sus palabras porque quiero que estén en este escrito y las veas, aunque sé que no lo harás, yo seré el que las verá por ti.
—He hablado con tu madre, Gregory —su voz me dio vida; se oía contento —, y el plan que estaba planeando para ambos si se llevará acabo ¿Recuerdas que te conté que quería ver las estrellas contigo? Mañana será el día.
—Wow, que emoción... mi madre no me lo había dicho, muero por que sea mañana.
—Por favor no, no te mueras —reía.
—Bueno, esperaré un poco más para hacerlo.
—Mañana en la noche podremos vernos —afirmó —. Tu madre me dijo que la mejor forma de echarnos un ojo y no escapar algún lugar fuera de la cuidad, es quedarse en casa, específicamente en tu patio trasero, mirando las estrellas.
Quiero que las horas pasen tan rápido, que mañana llegue en dos segundos, muero por verlo. Por ahora solo quiero oír su voz, que me repitiera una y otra vez lo desesperado que estaba por verme.
No pudo ser posible, por fin de nuevo juntos a solas.
La llamada no duró mucho, pues Kale se oía algo apurado, como si no quiera que nos oyeran hablar, tal vez habrá sido por Cole, pero él me dijo que si hermano no le importaba en absoluto. Aun así creo que terminó la llamada por algo externo a nosotros.
—Debo colgar, Gregory, lo siento. Pero muero por verte mañana en la noche —dijo —.Linda dijo que a las siete estaba bien, ya que cenaremos a las ocho.
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Besos sabor a Fluoxetina
Teen FictionLos besos no reviven a los muertos que aún no mueren. Las rosas violetas en frascos de mayonesa no son eternas. La locura está tan cerca de lo que crees, ¿el amor?, a la distancia de mil galaxias. Sólo es cuestión de mirar al espejo y cometer de...