En este momento: Mis pensamientos
01 de abril
Dentro del auto de Kale el calor es insoportable, y más porque me refriego entre los muebles de cuero sintético como si mi vida dependiera de ello. Nuevamente nos hemos fugado de la escuela —ya con esta son tres veces en tres meses—, la última vez Kale me llevó al cine, pues quería que disfrutáramos nuestra compañía. Vimos una película romántica y en toda la función me recosté en su hombro y sintiéndome el protagonista; él no dejaba de besarme la cabeza cada cinco minutos. Mamá nos regañó por escaparnos y nos arbitró que sería la última vez. Ahora estamos haciendo lo mismo.
—No... —me muevo para acá y para allá en el asiento—, otra vez no.
El Jeep ha tomado de nuevo la carretera hacia las afueras de la ciudad y mis nervios están tan alborotaos como siempre, nuevamente Kale me ha llevado sin permiso alguno, alejándonos de la escuela y de la ciudad.
—Deja de preocuparte tanto —no me mira, tiene los ojos fijos al camino —, solo serán un par de horas. Y tampoco es que en la escuela hoy haya algo importante.
—Claro que hay algo importante en la escuela.
—Greg, estar encerrados en un auditorio que nadie utiliza, en vueltos en llantos de maestros nefastos para conmemorar una estatua no es para tanto.
—El director Rupert era muy importante para la escuela.
Kale ríe y dice mirándome de reojo:
—Ya está muerto, y no creo que sea para tanto.
Seguimos avanzando por la carretera, los arboles al lado de ella pasaban como si caminaran solos, pero ya se ha hecho eterna, así que la desesperación sigue estando. Miro como maneja y le pregunto algo acalorado y con mal humor, que sé que él se da cuenta de ello:
—No deberías de faltar a tus entrenamientos, Kale. Te puedes meter en problemas —lo miro fijo —. Podrían sacarte del equipo.
—Que lo hagan —responde —, sabes que el fútbol no es mi sueño.
—Aun así, puedes reprobar por ello —por fin puedo ver sus ojos.
—Es más importante estar con mi novio —sonríe —. Disfrutemos el momento.
Lo miro y también sonrío. Oír esas tres palabras me claman tanto viniendo de él, Owen, es caso instantáneo que mi preocupación se esfuma. Pues es verdad, siempre me preocupo por todo y en unos meses Kale y yo ya no estaremos juntos como siempre, la universidad nos separará. Algún día debo de decidirme si vivo el momento o me estanco toda la vida.
Suspiro y tomo su mano que está en la palanca del auto, está húmeda pero cálida, lo que me hace quitarla rápido.
—Está bien, vivamos el momento —acepto por fin poniendo los ojos en blanco—, pero si me ahogo en el mar tu tendrás la culpa de todo.
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Besos sabor a Fluoxetina
Ficção AdolescenteLos besos no reviven a los muertos que aún no mueren. Las rosas violetas en frascos de mayonesa no son eternas. La locura está tan cerca de lo que crees, ¿el amor?, a la distancia de mil galaxias. Sólo es cuestión de mirar al espejo y cometer de...