Capítulo 10

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Renzo

Tropecé con Mía mientras caminaba hacia el elevador, me dirigía a una reunión cuando ella giro la esquina y chocó conmigo. Mis manos volaron por inercia rodeando su cintura para que no se fuera contra el duro suelo, mi rostro se colocó en la curva de su cuello y ahí pude oler su cabello, olía a frutos rojos, se me hacia agua la boca.

No pude evitar mirarla de arriba abajo, era hermosa y muy atractiva. Hasta ahora no había escuchado su voz, dulce, armoniosa y temblorosa. Pero lo que más me llamo la atención de ella, no fue su increíble calor corporal ni el color verde de su mirada, sino los ojos rojos hinchados y un rostro triste. ¿Qué es lo que la hizo derramar lágrimas? ¿Podría haber sido por la enfermedad de su madre? O ¿Alguna pelea de novios? Quería, no, mejor dicho, deseaba que fuera la primera opción, así no habría mucho que se pusiera en su contra para que aceptara el contrato.


Estaba en mi oficina, con una copa de coñac en mano, esperando la llamada de Axel.

Mi móvil sonó, pero no era a quien esperaba, sino mi madre. Deslicé a contestar con pesadez, no estaba con ganas de escuchar su entusiasta voz preguntándome sobre la mujer que llevaría conmigo en pocos días. La que no existía.

- Madre. – salude serie.

- Renzo. – cuando me llamaba solo por mi nombre ya sabía que detrás de esas cinco letras venia algo mas que se me sería difícil negarle- ¿Me podrías decir como es la mujer con que vendrás acompañado?

A pesar de toda insistencia de mi madre le negaría una vedad que no tenía, de mis labios no saldría nada más que pequeños detalles que encajaría con cualquier mujer. Y después de todo, quería mantener la sorpresa para el gran día.

- La conocerán en menos de una semana.

- Eso ya lo sé. – dijo molesta- Solo quería que me dijeras como es, cual es su nombre, de donde viene, desde cuándo es que están saliendo. Es que parece que esta extraña a parecido de la nada.

Si mi madre supiera de lo que estaba haciendo, de seguro me nadaría el más grande reproche de la historia, pero su alegría porque yo haya encontrado un nuevo amor sucumbiría a todas sus dudad. Después de cada tragedia sale el sol, y mi familia creerían que esta mujer que llevaría de la mano era mi nueva oportunidad de iluminar las mañanas grises, nunca estarían tan equivocados como en ese momento.

- Madre, te llamo luego tengo. Tengo una reunión urgente que asistir. – mentí.

- Renzo, espera. - me detuve antes de colgar- Siquiera me podrías decir cómo se llama.

Un nombre, ella quería un nombre. Mi madre, que tanto había esperado que siguiera con mi vida, que no me detuviera en una noche llena de agua y lágrimas, no le podía dar por lo que años ha rezado, que volviera a amar. Pero yo seguía siendo el mismo hombre de siempre que cometía errores que después pagaría.

- Se llama Mía. - colgué.


Mía no estaba en su puesto de secretaria, de seguro tendría que estar con Axel.

Toque la puerta y mi amigo abrió, tenía un traje azul igual que el mío, me sonrió y se retiró para dejarme pasar. Mía estaba sentada enfrente del gran escritorio. Se veía nerviosa, como cuando el director llama a un alumno a dirección por alguna travesura que cometido. Nuestras miradas se encontraron, el escozor rojo en sus ojos había desaparecido.

- Hola Mía- salude con familiaridad. Ella se removió en su silla, incomoda por lo extraño que lucía la situación.

- Buenas tardes, señor Ferran- dijo inquieta.

Una Boda Por Un Contrato [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora