CAPÍTULO 21

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ANGIE

Luego de mi conversación con Alice, ésta se marchó dejándome nuevamente encerrada. Según ella debe esperar la autorización de Diablo para dejarme salir, así que desde que se fue, me encuentro dando vueltas por toda la habitación esperando ver llegar a Diablo.

No es que quisiera verlo, pero necesito pensar y actuar urgentemente rápido porque el tiempo aquí de me está agotando.

Después de una interminable espera, finalmente , la puerta se abre.

Diablo entra y camina como si toda la estancia le perteneciera. Bueno, en
realidad, le pertenece. Lo que quiero decir es que emana tanto poder que me resulta difícil no verme absorta e intimidada.

Es alto y su cuerpo musculado hace
que esté perfectamente proporcionado. Su mirada penetrante y el peligro que destila, debería ser suficiente para asustarme, pero en vez de eso lo que hago es excitarme. Recuerdo lo que se siente tenerlo dentro y no puedo evitar frotar mis muslos para calmar la presión que repentinamente siento en mi intimidad.

Como las otras veces, lleva unos vaqueros y una camiseta de manga corta. Una gris esta vez. Parece que le gusta la ropa sencilla, y acierta. No necesita realzar su aspecto físico.

Me sonríe. Lo hace con esa sonrisa de ángel caído, misteriosa, burlesca y seductora al mismo tiempo.

-Hola, Reinita.

No sé cómo contestarle, así que le suelto lo primero que se me viene a la mente.

-¿Cuánto tiempo me vas a tener retenida aquí?

Ladea la cabeza ligeramente.

-¿Aquí en la habitación? ¿O en la isla?- se burla

-En las dos.

-Alice me dijo que te quería como esclava- me detalla seguramente esperando una protesta de mi parte- se me hace interesante ver a la Reina Reyes, de esclava.

-¿Eso quiere decir que sí? ¿Puedo salir de aquí?

- no veo sentido de tenerte acá encerrada, pues estamos en una Isla a mitad de la nada. Además el encierro vuelve a la gente loca, yo te necesito cuerda para que me des lo que me interesa.

¿Yo? ¿"Cuerda"? Ja, suerte con eso.

- que gracioso- río irónicamente- Cariño, yo la cordura la dejé en el vientre de mi madre.

Su expresión es seria, pero no sé me escapa la diversión en su mirada.

- Te advierto, te mataré de la manera más dolorosa si haces alguna tontería.

-¿Alguna tontería? ¿Cómo cuál? -pregunto.

-Intentar hacer daño a Alice, Sasha, alguno en ésta casa o incluso a ti misma, y te juro que te inyectaré ácido en las venas.

Su amenaza no me asusta, aunque sé que es capaz de cumplirla cuando quiera.

-¿Puedo irme ya?- pregunto desafiante.

- Alice te espera afuera.

Al salir efectivamente me encuentro con Alice, quién se encarga de darme un recorrido por toda la casa.

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