15 † GEMELLI SPIETATI

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La historia de la Cosa Nostra era oscura, llena de momentos desagradables que hacían difícil creer que cuerpos tan armoniosos fueran sus principales  exponentes. El salón entero paralizado en silenció contemplaba la escena grotesca. Todos con suficiente indignación en sus ojos como para aparentar ser inocentes. Puede que ninguno fuera responsable de aquel crimen, pero la inocencia no era un adjetivo digno de aquellos hombres. 

El silencio tras el caos resultaba tan ensordecedor que parecía posible escuchar cómo los corazones latían desenfrenados y la saliva se deslizaba con dificultad por las gargantas de aquellos hombres. 

El suelo se encontraba lleno de cristales rotos mezclados con sangre, la cruz erguida aún ardía solemne y el cuerpo de la virgen seguía en el suelo con su cráneo abierto y con los fantasmas del pasado a costa. Gianni Vitale permanecía petrificado mirando el cuerpo de la mujer, o lo que quedaba de él. Ángel observaba a Alessandre atónito y Demon aún con los ojos cerrados respiraba con calma, como si no estuviera en aquella habitación.  

—¿Vamos a fingir qué nadie puede ver lo obvio?, ¿por cuanto timepo debemos seguir en la oscuridad sabiendo que la respuesta esta frente a nosotros? —Alessandre se atrevió a romper con el silencio. 

Todos los presentes voltearon en su dirección, ante el silencio el hombre avanzó unos cuantos pasos para encontrarse con Demon en mitad de la habitación. 

—Tu familia esta maldita por la sangre que han derramado, porque aunque hayan sido ustedes quienes trajeron a la vida esta organización, han sido también quienes más la han profanado. Y aunque no hubiera golpeado al chico como lo hizo instantes atrás con su hermano, sus palabras parecían haber golpeado mucho más a los Vitale. 

Alessandre tenía la intención de avanzar pero antes de dar un paso adelante un sonido suave irrumpió en el aire, Valentino Giordano hizo sonar su garganta de manera tan leve que parecía ser algo meramente coincidencia.  El joven de pelo blanquecino seguía moviendo su cabeza de un lado a otro con suavidad con los ojos cerrados, disfrutando de una balada inexistente. Era como si le estuviera escupiendo en la cara a la situación, como si ninguno de los presentes fuera digno de su atención. Pero ese sonido fue suficiente para hacer que Alessandre se detuviera en seco y retrocediera a su asiento junto a su hijo. Valentino al sentir la cercanía de su padre abrió los ojos por una milésima de segundo y le brindo una mirada seca, fría. Luego cerró nuevamente sus ojo y continuó en su mundo, como si nada hubiera pasado, como si nada importase. 

Pero con o sin Valentino la acción continuaba. Por primera vez ante todos una guerra interna se alzaba silenciosa. Si los enemigos no acaban con la Cosa Nostra, ella misma se encargaría de enterrarse viva a ese paso. Una sonrisa sincera se instauró en mi rostro ante aquella idea.

—Te atreves a señalar a otros con tanta vehemencia, buscando casi desesperadamente un culpable Alessandre. —Ángel inició a hablar mientras con su mano derecha limpiaba el rastro de sangre de su mejilla. Sin mirar a Alessandre a la cara—. ¿Por qué tanta impaciencia por manchar el nombre de mi familia?

Alessandre miró a Demon con una mueca extraña, como si no pudiera entender del todo lo que su hermano estaba clamando. Con una mezcla de sorpresa y risa. 

—¡Oh! dulce mocoso, tan inocente como cuando tu padre te trajo ante mi por primera vez. No me corresponde a mi manchar el apellido Vitale, pregúntale a tu padre. Él me ha robado el honor de tan memorable hazaña. 

El público y sobre todo los gemelos estaban ahora luciendo un gesto confuso, molesto. Las demás familias no parecían estar disfrutando de nada de lo que allí acontecía. Estaba segura que ya todos podían percibir el olor a putrefacción de su propio hijo, todos estaban entendiendo que sin lealtad y confianza la  Cosa Nostra estaba hundiéndose poco a poco. 

Angelical InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora