Lum escapa de sus secuestradores en el planeta Tierra, y es gracias a Ataru Moroboshi que logra poco a poco recuperarse de todos los traumas que le dejó esa experiencia, ¿será ese el inicio de un amor? Descúbrelo en esta historia.
*Los personajes le...
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Un nuevo día empezaba en la tranquila Tomobiki, el sol alumbraba cada rincón de la ciudad dejando a su paso una sensación cálida y hermosa. Sin duda alguna era una mañana más hermosa de lo inusual. Lastimosamente en ese día tan bello, alguien más estaba pasando un total infierno.
En la atmósfera de la Tierra se ubicaba una nave muy extraña, que tenía la opción de volverse invisible. La nave era grande, pero no de una forma colosal, sino lo suficientemente grande para llevar por lo menos 200 personas adentro, estaba totalmente quieta, mientras analizaba el planeta que tenía al frente.
—Al parecer los humanos no conocen vida extraterrestre señor, son ignorantes en ese sentido, por lo tanto es mejor que llevemos la mercancía que se parezca a las mujeres de su raza —Decía un extraterrestre muy peculiar, pues este tenia forma humanoide, pero era azul y poseía 4 ojos; también poseía 4 tentáculos que salían de sus espalda que al parecer, podría alargar como quisiera—también son seres muy frágiles y no poseen ninguna habilidad especial, así que son fáciles de tratar. Otro dato interesante es que se separan por países con sus propias leyes y gobernantes, esto de hecho nos podría beneficiar de alguna forma nuestra venta. Por cierto el cambio de dinero de sus monedas, porque varían dependiendo el país, es pasable, ellos no lo saben pero su moneda vale por el hecho de ser respaldado por oro, mineral que en la mayoría de planetas excasea señor —Terminó de hablar el extraterrestre, estaba algo nervioso, pues su jefe le daba miedo.
Un hombre alto y gordo, con colmillos y demasiado pelo en su cuerpo sonrió satisfactoriamente al escuchar lo que su trabajador dijo, este hombre era de un planeta ahora destruido por un inmenso agujero negro, accidente que ocasionó la muerte de la mayoría de su raza al ser absorbidos también cuando intentaban escapar en sus naves. A esa raza se le conocía como bestias, sus grandes colmillos, sus ojos amarillos, su peludo cuerpo, su instinto cazador y su rara forma de comer animales crudos, los hacían merecedores de llamar así. Eran civilizados pero a la vez muy primitivos, como si un animal salvaje se tratase, pero eran extremadamente peligrosos, poseían una gran velocidad, agilidad y fuerza, además de tener resistencia, aunque sólo por eso tenían una gran ventaja a especies que debían atacar cuerpo a cuerpo, cualquier arma alienigena lo puede herir al igual que especies que tengan habilidades a distancia.
—¿Ya tienes los horarios y lugares donde podríamos colocar a la mercancía? —Dijo el líder de aquella nave.
—Si señor, ya faltaría solo su orden para comenzar —Dijo aquel hombre azul.
—La apruebo, dile a todos que alisten a las chicas que se parezcan a los humanos, vamos a empezar a descender, primer destino, Japón —Ordenó aquel imponente hombre mientras empezaba a oprimir unos botones y la nave, empezó a ir rumbo a Japón.
—si señor —Fue lo último que dijo el hombre Azul.
En otro lugar de la nave, se escuchaba muchos sollozos, ¿y como no? Habían 150 mujeres de distintas edades, de 13 a 25, de muchas especies de todo el universo, encerradas en unas especies de jaulas que sólo contaban con un baño y una cama de metal sin cobijas ni nada. Habían sido secuestradas, para explotarlas sexualmente en varios planetas por varios hombres, unas llevaban mucho más tiempo allí que otras, y unas aun eran buscadas y otras simplemente fueron olvidadas.