capítulo dos

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Había llegado al departamento en la tarde, y después de ordenar casi todo lo que había llevado, cerré la puerta de mi habitación y me tiré en la cama.

Esa cama seguramente la había preparado Taehyung, porque estaba tendida, con sábanas limpias y nuevas.

No creo que admita que lo hizo de una forma amable.

Quizás eran los nervios, la ansiedad, la tensión o quién sabe qué más, pero apenas apoyé la cabeza en la almohada, me quedé profundamente dormida.

Cuando desperté, me senté de golpe en la cama, sin comprender muy bien dónde estaba.
Me costaba mucho entender mi entorno cuando me despertaba, más ahora que se trataba de un lugar nuevo y desconocido para mí.
Aún medio dormida, con los ojos entrecerrados, lentamente me levanté y, arrastrando mis pies, fui hasta la cocina por algo de agua.

Atravesé el comedor y apenas me percaté de que ya era de día. Los ojos me dolían por la brillante luz del sol que entraba por la ventana.
Abrí la heladera y me serví de una jarra. Mis ojos se sentían muy pesados, pero hice un esfuerzo para corroborar al menos que era agua lo que estaba tomando.

—Buenos días, Lena —saludó repentinamente Taehyung, haciendo que me atragantara con el agua del susto. Tenía una ceja arqueada—. No creí que ya estaba la confianza, pero a decir verdad, no me parece tan mal que tengamos este tipo de relación...

Estaba sentado en la mesa, leyendo un libro y desayunando con total tranquilidad.

¿Confianza?, ¿este tipo de relación?, ¿de qué demonios habla?

Al verme tan desorientada, guió su mirada a mis piernas y luego volvió a mirarme los ojos. Aún confundida, bajé la vista hacia el suelo, y enseguida me di cuenta de a lo que se refería.

Pues... no me había percatado de que durante la noche me había sacado el pantalón, y luego había salido así, casi en ropa interior, a la cocina. Y digo casi porque lo único que tapaba un poco mis bragas, era la remera ancha y larga que llevaba puesta.

Tosiendo y ahogada, me fui corriendo hasta mi habitación y me encerré por varias horas.
Ya no conocía el color de mi rostro, porque parecía que se iba a quedar rojo para siempre.

Generalmente, cuando me levantaba en mi casa de Inglaterra, no debía preocuparme por salir vestida de mi habitación, pero ahora que vivía con Taehyung, OBVIAMENTE debía tener mucho más cuidado.

PEQUEÑO detalle que no tomé en cuenta, maldición.

Estaba atónita, ¿ése era el mismo niño tímido y fácil de hacerle bullying que apenas hablaba y al que yo siempre defendía?
¿Ése mismo niño era el que ahora me miró de ESA forma tan... tan inquisitiva?

Luego de varias horas encerrada, me rugía el estómago. Desde la mañana no había salido de mi habitación, tratando de evitar el mayor tiempo posible a mi nuevo compañero, y sólo había tomado ese medio vaso de agua.
El hambre era mucho más grande, así que preparé un mini discurso de disculpas, y salí hacia el comedor.

Mi discurso se esfumó de mi mente en el momento en que vi casi toda la casa invadida por sus cosas. Y con invadida quiero decir, realmente un lío.
Libros junto a sobras de comida sobre la mesa, auriculares en el piso, zapatos desparramados por todo el departamento, platos, tazas y vasos sucios en la cocina, y lo más horrible, ¡Boxers colgados en las sillas! (No quería saber si estaban limpios o no).

Me rasqué nerviosa la cabeza. Aún no estaba la confianza para decirle de frente que no fuera un idiota sucio desordenado, así que debía ser sutil.

—Taehyung —dije entredientes, tratando de ser amable.

—Voy —respondió desde el baño.

Pero aún no pasaba lo peor.
Al salir del baño, observé que sólo estaba con una toalla enrollada a su cintura y con el pelo goteando de agua sin ningún pudor.

Tragué saliva al ver tal imagen, ninguno de mis músculos reaccionaba.
Pude ver sus clavículas y sus brazos apenas tonificados, y una delgada línea de vello que subía por su ombligo.

Entré en shock y rápidamente desvié la mirada en cuanto vi que estaba observándolo con demasiado detalle, pero tarde, porque él ya se había percatado de eso.

—¿Te gusta lo que ves?

—No, no... —mi sangre hervía de nervios.

Soltó una risita soberbia.

—Descuida, mirar es gratis, así que cuando lo haga contigo no digas nada.

¿Es éste el Taehyung tímido e introvertido que yo conozco?

—Jamás andaría por la casa con una toalla, mostrando todo. Deberíamos... poner reglas —di media vuelta y bajé la cabeza para dejar de mirarlo.

—Esta mañana fuiste tú la primera en mostrar todo, con tu ropa interior de abuelita. Así que no me mires como si yo fuera el pervertido.

—¡¿R-ropa interior de abuelita?! —exclamé aún más nerviosa y sonrojada.

No era posible que entre pervertida y ropa interior de abuelita, me molestara más lo segundo que me había dicho. No tenía porqué gustarle a él mi ropa interior, DIOS.

Suspiró y sacó de la heladera un refresco.

—No quiero reglas en esta casa. Tú lo haz lo que quieras, y yo haré lo mismo —ignoró mi pregunta.

—P-pero si queremos llevarnos bien, debemos imponer algunas reglas, ¿no lo crees? Por... por ejemplo —tartamudeé—, tus boxers... n-no es necesario que estén desparramados por toda la casa. Para eso tenemos canasto de ropa y también tendedero.

—Qué dramática eres, pero está bien, te aceptaré esa regla —dijo en un tono desganado—. La única que tengo yo por ahora, es que nunca entres a mi habitación.

—¿Y por qué lo haría? Tú tampoco debes entrar a la mía —contesté—. Creí que eso ya era obvio.

—Trato —dio por terminada la conversación, y se fue a su dormitorio como si nada pasara, con la actitud más natural del mundo.

Ése no era el Taehyung que yo conocía. ¿Soberbio, creído y encima me desafiaba mirándome a los ojos?

Sacudí la cabeza, alejando todo pensamiento ajeno a mi hambre y me enfoqué en lo que quería comer.

Sólo cuatro años más de convivencia... sólo eso.

Introvert ShieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora